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Updike sobre reseñas


[HERMANOCERDO] Como bien me lo hace recordar Alvaro Salcedo, en el número 8 de la revista virtual mexicana Hermano Cerdo aparece un texto del escritor norteamericano John Updike llamado "Reglas para reseñistas" y que viene muy a cuento ahora que se está discutiendo, acerca de los comentarios a la nueva novela de Ampuero, en qué consiste una buena reseña literaria. Aquí van los cinco (en realidad seis) puntos:

I
Intenta entender qué es lo que el autor deseaba hacer y no lo culpes por no lograr lo que nunca intentó.

II
Da citas literales suficientes, al menos un fragmento largo, de la prosa del libro de tal modo que el lector del reseñista pueda formarse su propia impresión, que pueda seguir su propio gusto.

III
Más que ofrecer nebulosas precisiones, confirma la descripción del libro con citas del libro, aunque sean de una sola frase.

IV
No te alargues en la descripción de la trama y no cuentes el final (Cómo me asombré y me indigné cuando, inocente yo, descubrí que los reseñistas blableaban,y con la sublime impericia de señores feudalesborrachos tratando una revuelta de campesinos, sobre las vueltas de tuerca de mi escritura, repleta de suspense y sorpresas. De hecho, e irónicamente, los únicos lectores que se acercan a un libro como lo desea el autor, sin contaminar por un conocimiento previo de la trama, son los detestados reseñistas. Y, años después, el bendito loco que elige el volumen al azar en una librería).

V
Si el libro te resulta deficiente, cita un ejemplo del mismo autor o de otro sitio que explique qué es lo bueno. Intenta comprender el fallo. ¿Seguro que es del autor y no del reseñista?

VI
A estos cinco puntos concretos debe añadirse un sexto, más vago, que tiene que ver con mantener una pureza química entre el productoy el que lo alaba. No hay que aceptar reseñar un libro con el que se está predispuesto en contra o al que la amistad obliga a estar a favor. No hay que imaginarse como el guardián de ninguna tradición, ni como abanderado de ningún estilo, ni como guerreroen la batalla ideológica, ni sentirse una oficinade correcciones. Nunca, nunca (John Aldridge, Norman Podhoretz) se debe intentar poner al autor “en su lugar”, ni convertirlo en un peón en una partidacontra otros reseñistas. Reseñar el libro, no la reputación.Someterse a cualquier hechizo, poderoso o débil, que el libro tenga. Mejor alabar y compartir que culpar y negar. La comunión entre el reseñista y su público es basa en la asunción de que hay ciertos placeres en la lectura y todos los juicios deben llevar a tal fin.
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