Dominante de sí bemol
[TEATRO] Mientras Alfredo Bushby, entonces compañero de trabajo mío, me contaba el argumento de su obra de teatro basada en el mítico partido Perú-Argentina (2-2) válido para el Mundial México 70, sentía un rabia incontrolable contra mí mismo: ¿por qué no se me ocurrió a mí? Me parecía genial esa forma de introducir a la literatura el momento más alto de nuestra patética historia futbolística. Al parecer, Bushby se ha quedado estacionado en aquellos años porque ahora ha estrenado Dominante en sí bemol, y esta vez no le ha bastado ser el dramaturgo sino que incluso la está dirigiendo. La obra va de viernes a lunes a las 8 p.m. en la Alianza Francesa de Miraflores (Av. Arequipa cdra. 45), hasta el 11 de diciembre.
Sobre la obra, Carmela Zanelli ha escrito un interesante texto: " (...) es una obra singular porque tiene el carácter de un programa radial o televisivo de los años setenta. Parecemos espectadores de un programa de concursos que nos sorprende con revelaciones acerca de artistas populares, pero pronto descubrimos que somos una suerte de voyeurs en el living de nuestra mera cotidianeidad. Puede ser la sala de nuestra propia casa donde se descubren algunas verdades inconfesables mientras tarareamos una canción de moda, que nos trae el recuerdo de una juventud donde todo empezaba y todo era aún posible. Es una historia de algunas victorias, pero también de fracasos. Es también el teatro dentro del teatro, donde cada uno de los personajes cumple un papel aunque se pensaran nacidos para encarnar otro mejor rol en la vida. La dama y musa inspiradora es violada cuando empezaba a vivir o quizás cuando quería morir; el marido pasa de ser un “toro bravo” a ser un hombre imponente y cornudo; el hijo, nació fracasado. Pero estas vidas de melodrama, donde, por supuesto, se descubre que el hijo tiene otro padre, está revestido por la comparsa del show mediático que va dosificando la información que revela que, en verdad, la vida de Alicia, que, en verdad, sí quiere ser la "Chichi" de la canción, o de José y de Eleazar, es el espejo en que nos reflejamos en esa suerte de pantalla televisiva, esa caja boba que seduce, en el que se va tornando el escenario teatral creado por Bushby, quien capta mediante la música esa nueva ola setentera así como replica y parodia perfectamente esa dosis de cursilería y huachafería de los programas televisivos de esa misma década. Solo estamos al otro lado de nuestros propios vacíos y deseos".
Sobre la obra, Carmela Zanelli ha escrito un interesante texto: " (...) es una obra singular porque tiene el carácter de un programa radial o televisivo de los años setenta. Parecemos espectadores de un programa de concursos que nos sorprende con revelaciones acerca de artistas populares, pero pronto descubrimos que somos una suerte de voyeurs en el living de nuestra mera cotidianeidad. Puede ser la sala de nuestra propia casa donde se descubren algunas verdades inconfesables mientras tarareamos una canción de moda, que nos trae el recuerdo de una juventud donde todo empezaba y todo era aún posible. Es una historia de algunas victorias, pero también de fracasos. Es también el teatro dentro del teatro, donde cada uno de los personajes cumple un papel aunque se pensaran nacidos para encarnar otro mejor rol en la vida. La dama y musa inspiradora es violada cuando empezaba a vivir o quizás cuando quería morir; el marido pasa de ser un “toro bravo” a ser un hombre imponente y cornudo; el hijo, nació fracasado. Pero estas vidas de melodrama, donde, por supuesto, se descubre que el hijo tiene otro padre, está revestido por la comparsa del show mediático que va dosificando la información que revela que, en verdad, la vida de Alicia, que, en verdad, sí quiere ser la "Chichi" de la canción, o de José y de Eleazar, es el espejo en que nos reflejamos en esa suerte de pantalla televisiva, esa caja boba que seduce, en el que se va tornando el escenario teatral creado por Bushby, quien capta mediante la música esa nueva ola setentera así como replica y parodia perfectamente esa dosis de cursilería y huachafería de los programas televisivos de esa misma década. Solo estamos al otro lado de nuestros propios vacíos y deseos".