MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Diccionario Vargasllosiano


[EL CULTURAL] El último libro editado de Vargas Llosa es una delicia que no puedo esperar para tener entre mis manos. Se trata del Diccionario del amante de América Latina, una suerte de enciclopedia que reúne las definiciones de diversos temas que ha ido dejando en textos dispersos, desde artículos hasta entrevistas. También hay algunos inéditos, por cierto. Cada palabra origina una entrada. Me parece que fue primero publicado en Francia, pero ya existe la versión en castellano de la que El Cultural da un adelanto. Para picarles el diente, dejo aquí dos entradas:

Europa. Como escritor peruano, no me siento extranjero en Europa. No sólo porque participo de la cultura occidental –por la lengua que hablo, porque mis antiguos ancestros son españoles, porque la religión y las instituciones de mi país son venidas o inspiradas casi todas ellas de Europa–, sino porque la única manera de ser hoy un ser de nuestro tiempo, un hombre moderno, es asumiendo buena parte de la experiencia de Europa.

Castro, Fidel (1927). La única vez que conversé con Fidel Castro –aunque tal vez sea una exageración el empleo de la expresión “conversar”, porque Fidel Castro, en su convencimiento de ser un semidiós, no admitía interlocutores, sino tan sólo oyentes–, me sentí enormemente impresionado por su energía y su carisma. Ocurrió una tarde de 1966, en La Habana. Éramos un pequeño grupo de escritores y fuimos conducidos, sin más explicaciones, a una casa del Vedado. Fidel no tardó en presentarse. Habló durante doce horas seguidas, hasta bien entrada la madrugada, sentándose y levantándose, gesticulando sin cesar, mientras encendía sus enormes cigarros, sin dejar traslucir el menor síntoma de fatiga. Nos explicó la forma más adecuada de tender emboscadas y la razón por la cual mandaba a los homosexuales a trabajar a los campos, en batallones disciplinarios. Nos anunció que el Che volvería a aparecer pronto al frente de un grupo guerrillero, y luego teorizó, bromeó,contó anécdotas,sin dejar de tutearnos ni de dar palmaditas en la espalda a todo el mundo. Cuando se marchó, tan fresco como había llegado, todos estábamos exhaustos y maravillados.
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