Los iracundos británicos
[PAGINA 12] Hace 50 años, en julio de 2006, las tropas egipcias de Gamel Nasser tomaron por asalto el Canal de Suez, entonces en poder de los británicos, y lo nacionalizaron. Y aunque Gran Bretaña pretendió volver a tomar posesión de él, la situación política del momento (luego de los estragos de la Segunda Guerra Mundial y en plena Guerra Fría) no era auspiciosa y tuvo que abandonar su sueño imperial. El resultado de esa decepción colonial fue una generación de intelectuales y artistas británicos a los que se les conoce como "Los Iracundos" y que está integrada, entre otros, por escritores como el filósofo Colin Wilson y su famoso ensayo existencialista El disconforme; el novelista Kingsley Amis, cuyos coqueteos con el stalinismo han sido denunciados por su hoy archi-famoso hijo Martin en Koba, el temible; el dramaturgo John Osborne, cuya obra teatral Recordando con ira (estrenada en el 56) se convirtió en el ícono de su generación; Colin McInnes, autor de Principiantes absolutos, de 1959, filmada y musicalizada después por David Bowie; Angus Wilson, que al igual que McInees mostró el submundo bohemio de Notting Hill, de cafeterías, clubes de jazz y aun de rock, además de rock y la diversidad multiétnica; y también, por cierto, de Ian Flemming y su famoso detective James Bond, que hizo su primera aparición en 1953.
El diario Página 12, en su suplemento "Radar Libros", hace un recuento estupendo de esos años de la mano de Sergio di Nucci, y describe algunas de las características de esa generación: "La literatura cobraba un nuevo ánimo, de retirada desde la metrópolis imperial londinense hacia el interior, hacia las ciudades y pueblos de provincias, desde las universidades de Oxford y Cambridge, formadoras de la elite, hacia las nuevas universidades de ladrillos rojos que no cubría ninguna hiedra (...) En estas novelas había un tono de despolitización y de desengaño, de pícaros que recordaban de algún modo a los de la picaresca española barroca desengañada por la caída de aquel otro imperio. Un repliegue hacia límites estrechos, hacia la cotidianidad, una epopeya del hambre (también sexual) y de la supervivencia".
Dice además que "La novela en términos generales mostró entonces una preocupación por lo nacional, lo provincial, incluso lo parroquial-comunitario, nada de grandes affaires internacionales" y lo contrasta con su correlato en EEUU "el tratamiento obsesivo de temas y problemas locales, carentes de grandes significaciones epocales, contrasta con la gozosa apertura cósmica de los beatniks, primos lejanos en Norteamérica de los jóvenes iracundos". Hay que recordar, por cierto, que esta literatura con preocupación nacionalista y compromiso político originó luego, por reacción, la literatura "cosmopolita", descomprometida y sin correlato social inmediato de los escritores posteriores, como son Ian McEwan, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, Martin Amis, Graham Swift, John Banville e incluso Hanif Kureishi (el más allegado a ellos en tema social, pero siendo un descendiente pakistaní el tema nacionalista era más bien conflictivo). Una nueva comprobación de que en la historia literaria los periodos son cíclicos y nadie debería sorprenderse, y mucho menos escandalizarse, por ello.
En la foto, puesta en escena en 1956 de Recordando con ira de John Osborne.