MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Ecuador no queda en la Antártida Literaria

Una bandera ecuatoriana en la Antártida. Fuente: antárticos

Si no fuera por Marcelo Chiriboga, la literatura ecuatoriana no tendría un autor dentro del Boom. Y si no fuera por Marcelo Chiriboga- una broma de José Donoso- no nos daríamos cuenta de lo realmente raro que fue que el Boom Literario careciera de una presencia ecuatoriana. Más allá de Huasipungo (y de Pablo Palacio para los amantes de rarezas), la literatura ecuatoriana es la hermana menor de América Latina. ¿Es bueno o malo eso? ¿Qué parricidio debe cometer un escritor ecuatoriano si Chiriboga no existe? Leonardo Valencia, escritor ecuatoriano de última generación y de gran éxito radicado en España, escribió un artículo al respecto en el último "Babelia":

Lo cierto es que el gran padre literario a enfrentar en Ecuador es la política. Las tres maneras de no dejarse afectar por ella en la escritura han sido el delirio, el exilio o la proximidad de la muerte. No menciono una fuerte consciencia estética o el humor, porque ambos tienen su parte delirante y exiliada. Las novelas que han recurrido a esas tres vías son de lo mejor que se ha escrito en Ecuador y, al mismo tiempo, son novelas imposibles. El caso de Humberto Salvador (1907-1982) es sintomático de la injerencia política que tuvo la novela ecuatoriana a lo largo del siglo veinte, injerencia que condiciona la expresión literaria si el autor no sabe resistirla, esquivarla o reinventarla desde adentro. Salvador escribió En la ciudad he perdido una novela... y un par de libros de cuentos cuando tenía veintidós años. Pero luego cedió a la presión de los camaradas de su tiempo y publicó novelas comprometidas, sometiéndolas al condicionante mimético de lo inequívoco, con las que cosechó algunas traducciones y el aplauso internacional, ahora fantasma. Hacia la segunda parte de su vida quiso volver a sus comienzos pero no recuperó el fulgor de esa primera novela escrita en el puro trance de una novela imposible. Con Salvador ni siquiera puede uno dejarse seducir por su título de 1942, La novela interrumpida, porque no hay novela ni discontinuidad, sólo los pasajes inverosímiles de una escritura allanada. El halo de imposibilidad de varias novelas ecuatorianas, una especie de inmolación en el inacabamiento, la parodia y la extrañeza, que se dio en las novelas de Montalvo, Palacio o Salvador, ocurrió también con la última novela de Alfredo Pareja Diezcanseco, La Manticora, que arrasaba con su propia trayectoria de autor realista, o en novelas como El espejo y la ventana, de Adalberto Ortiz; Siete lunas y siete serpientes, de Aguilera Malta; Entre Marx y una mujer desnuda, de Jorge Enrique Adoum; Pájara la memoria, de Iván Égüez; El viajero de Praga, de Javier Vásconez; Las tertulias de San Li Tun, de Juan Andrade Heymann, o una que es mi preferida, Carta larga sin final, de Lupe Rumazo, por su combinación de géneros, entre el diario, la carta y el ensayo, en una progresión que se abisma ante la muerte de un familiar. Todas estas novelas han permitido una trasgresión frente a la imagen de un Ecuador restrictivamente andino, de un realismo chato y testimonial. Acercarse a ellas sorprenderá a un lector sin prisa y sin referentes mediáticos, porque esos autores, saboteando las nociones convencionales de la novela, han buscado la escritura, esa patria de la que Blanchot decía que no permite profetas.

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8:24 a. m.

Saludos.
Pienso que ahora las condiciones son mucho más factibles para hacer literatura en nuestro país, y más que la política, creo que el obstáculo más grande son las editoriales conservadoras y puritanas (entre las que incluyo a la mal llamada Casa de la Cultura, con su círculo antiguo de intelectualillos panas).
Al menos los blogs permiten cierta difusión de nuevos autores, lo malo es que eso aún no se traduce en réditos y estimulos para nuestros escritores.
Saludos!    



5:30 a. m.

Lamentablemente no puedo hacer otra cosa que estar de acuerdo, por mucho que me duela. Pienso también que el problema ha sido en parte por desconocimiento. Hay grandes novelistas ecuatorianos que merecerían ser conocidos a nivel internacional y no lo son. Hablo de Joaquín Gallegos Lara, de Benjamín Carrión, de Jorge Carrera Andrade o de Abdón Ubidia. No es mi intención hacer publicidad, pero por eso mismo me decidía a abrir un blog en el que comentar novelas ecuatorianas, a las que pongo una valoración personal. La dirección es http://www.literaturaecuador.blogspot.com    



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