Fresán aplasta a Dan Brown
Por si algún entusiasta, ingenuo, gastador compulsivo o novelero lector de Moleskine Literario tuvo la peregrina idea, aunque sea un minuto, de comprar la nueva novela de Dan Brown y a ver qué tal, pues ya no duden. Rodrigo Fresán da su dictamen definitivo: no vale nada. La reseña en el ABCD las letras es aplastante. Dice:
(...) juro que hice las cosas como correspondía, siguiendo las instrucciones al pie del ambigrama: semanas atrás entré en la librería de la flamante terminal del aeropuerto de Barcelona, reparé en las montañas de las ediciones británica y norteamericana de El símbolo perdido por sus páginas rebosantes de diagramas parecidos a sudokus y signos de antiguas logias y muchas pero muchas itálicas. Y -no tardé en comprenderlo- el verdadero y más apasionante secreto de este «objeto» no pasaba tanto por su trama sino por lo que había tramado Dan Brown. Otra vez, un folletín cruzado con guía de turismo y el refrito de inverosímiles teorías ya enunciadas hasta el cansancio. Porque -al igual que lo sucedido con la verdadera historia de María Magdalena, los illuminati y todo eso- lo que aquí se «desvela» (a lo largo de unas pocas horas de acción desenfrenada, como en Ángeles y demonios) es algo que cualquier aficionado al History Channel ya conoce casi de memoria: el trazado masónico de Washington D. C. y los jueguecitos urbanísticos de los padres de la patria y? (...) El final -que apunta a una cierta espiritualidad new age- deja con la boca abierta en una mezcla de bostezo y, sí, de sorpresa, pero por todas las razones incorrectas. Y uno sale de ahí dentro como de un trance hipnótico de esos con los que un ilusionista nos obliga a hacer cosas en público que no queremos hacer. Cosas como ladrar, llorar como bebés o, incluso, leer El símbolo perdido. Digámoslo así: tras tantos años de espera, lo cierto es que Dan Brown podría haber escrito algo un poco mejor y, por favor, con un título un poco mejor que este. No era tan difícil. Por suerte -ejecuto saludos secretos para que así sea- los masones no caerán en la trampa en la que cayó el Vaticano y no condenarán públicamente El símbolo perdido. De hecho, hasta es probable que funden clubes de lectura secretos para reír a carcajadas mientras Langdon vuelve a correr y correr y seguir corriendo escaleras arriba de las listas de más vendidos. Así que, me temo, otra vez es Langdon quien ríe el último y mejor, y continuará riéndose de todos nosotros hasta que alguien consiga desentrañar el misterio insondable del Código Dan Brown y -por favor- revelarlo, anular su insondable y antimaterial misterio, y a otra cosa, ¿sí? Por ahora y hasta entonces, está claro que Dan Brown tiene un dios aparte, que está protegido por poderes superiores y que? ya saben cómo sigue.
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Puedo decir que agradezco el comentario. Uno esperaría que a lo largo de los años fuera saliendo con algo nuevo pero al parecer nunca va a suceder.
Aun así es triste ver que esté siempre entre los best sellers, pero qué se puede hacer.
Dejemos que la gente siga pensando que al ser masón, o bien se trata de conquistar al mundo, o en el mejor de los casos, se intenta proteger a los parientes de Cristo y así al Universo.
Debo decir que es también la primera vez que visito éste blog, precisamente buscando críticas literarias y no me he llevado ninguna decepción.
Saludos y que siga el buen trabajo.
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