El proceso de Kafka
No el proceso de Franz Kafka, en realidad, sino de algunos de sus manuscritos. Actualmente hay un largo, tedioso y, obviamente, kafkiano proceso judicial seguido por la Biblioteca Nacional de Israel para evitar que los manuscritos salvador por Max Brod no sean recuperados y vendidos por las herederas. La trama es como sigue:
En 1939, tras la invasión nazi a Checoslovaquia, Brod cargó una maleta con los papeles de Kafka y se fue a Tel Aviv, donde cedió algunos materiales a archivos oficiales. A su muerte, en 1968, el legado pasó a manos de Hoffe, quien se negó a mostrar los documentos en varias de las oportunidades en que le fueron requeridos. Sin embargo, se ocupó de hacer saber que poseía documentos valiosísimos y textos desconocidos de Kafka. En 1974 se la detuvo al intentar salir del país llevando cartas del escritor y fue entonces cuando debió acceder a que sus posesiones fueran registradas y copiadas por las autoridades. Pese a ello se sospecha que los textos más valiosos continuaron ocultos en su departamento de Tel Aviv. Hace dos años, tras la muerte de Hoffe, los tesoros pasaron a manos de sus hijas, quienes se negaron a donarlos para su conservación en la Biblioteca Nacional. De allí el proceso legal que impide a las mujeres, que rondan los 80 años, disponer de su herencia. Para liberarla, las hermanas Hoffe -que están en malas condiciones económicas- han llevado su demanda a la Corte Suprema de Jerusalén.
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