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P.D.James publicada

P.D.James. Fuente: jordi adria. elpaís

La publicación de Muerte en la clínica privada (Ediciones B) de P.D. James, la que vendría a ser su última novela según la propia autora, es el pretexto para que el suplemento "Babelia" le dedique la nota central, que incluye un extenso perfil de Patricia Tubella sobre una de las escritoras de novela policial más famosas del mundo. Dice la nota:

Sus personajes, complejos e introspectivos, exploran los rincones más oscuros del comportamiento humano, sus tramas se tornan a menudo en ácidas reflexiones sobre la sociedad británica y la presentación de sus escenarios viene arropada por una prosa detallista, sosegada y elegante. PD James es la voz más literaria entre los escritores británicos del policiaco y su figura se empecina en desmentir a quienes relegan automáticamente ese territorio a un plano menor. "No espere que me ponga a la defensiva porque nunca, absolutamente nunca, se me ha sugerido que trabajara de una forma literaria inferior. Creo que algunos de sus autores encarnan la mejor ficción que tenemos en este país", zanja sobre una trayectoria avalada por el prestigio de innumerables galardones de la crítica internacional. El pasado abril acudía ilusionada a Barcelona para recoger el más reciente de esos reconocimientos, el Premio Terenci Moix, desafiando los achaques de salud que forzaran a ingresarla meses antes. Lejos de amedrentar su espíritu activo, aquella experiencia hospitalaria le ayudó a pergeñar su última novela, Muerte en la clínica privada (Ediciones B), que toma como escenario una clínica privada ubicada en el campo inglés. "El 21 de noviembre, el día en que cumplía 47 años, 3 semanas y 2 días antes de ser asesinada, Rhoda Gradwyn fue a Harley Street a una primera cita con su cirujano plástico...", es el arranque, puro PD James, que nos introduce a la víctima de la función. Una conocida periodista de investigación decide pasar por el quirófano para desprenderse de la inquietante cicatriz que marca su rostro. Acabará estrangulada en el lecho de la habitación. El decimocuarto caso de Dalgliesh traslada al detective londinense a la campiña de Dorset, donde tiene su sede una magnífica mansión Tudor reciclada en clínica, que permite a la autora recrearse en su gusto por el detalle. Ese entorno supuestamente idílico aflora como un escenario opresivo, poblado por una galería de sospechosos cargados de secretos y dobleces. La ambigüedad moral define a los personajes de James, incluidos los verdugos y sus víctimas. "Mis libros reflexionan sobre la complejidad de la condición humana, no existen los buenos o malos de una pieza, hay muchos grises en todos nosotros", subraya. Por eso su Rhoda, amargada e inmutable a la hora de destrozar las vidas de otros con sus artículos en la prensa sensacionalista, es retratada también como una profesional impecable. "Hubiera sido barato dibujarla como una mala periodista, porque la vida no es tan sencilla: hace muy bien su trabajo, pero con él también daña a los demás". El desenlace de la novela nos conducirá a otra de las constantes de la escritora británica, su cuestionamiento de las nociones de justicia, de inocencia o culpabilidad, como conceptos absolutos. "No creo que ningún escritor sepa de dónde viene la inspiración, ese conocimiento de la naturaleza humana. Desde niña era consciente del hecho de la muerte, y también de que mis mayores no siempre decían la verdad, de que eran más complejos de lo que mostraba la superficie. No puedes aprender ese instinto, ni desarrollarlo si no lo tienes ya, y supongo que es una bendición a una maldición, dependiendo de cómo lo utilices", afirma sobre su reconocida habilidad para el retrato psicológico.

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