Néstor Sánchez regresa
¿Se acuerdan de Néstor Sánchez? Hubo un tiempo en que este experimental escritor argentino estaba en la cúspide de la fama, traducido por Gallimard y publicado en todo Hispanoamérica por Seix Barral en plena época del Boom literario. Sin embargo, poco a poco fue desapareciendo del mapa literario y sus novelas empezaron a abonar las mesas de librerías de viejo (en la avenida Grau en el Perú se podían encontrar incluso ejemplares dedicados por el autor). La editorial argentina Paradiso ha querido recuperar la memoria de este autor fallecido en el 2003 editando su última colección de relatos titulado, justamente, La condición efímera. Dice una nota al repsecto en Radar Libros:
El mito de Sánchez parece haber perjudicado la lectura de sus textos: bailarín profesional de tango junto a Juan Carlos Copes en su juventud, novelista celebrado por Cortázar y el semanario Primera Plana, viajero trashumante por Latinoamérica y Europa una década después, Sánchez fue publicado por Seix Barral en España en pleno boom de la literatura latinoamericana y Gallimard le editó en francés su primera y cuarta novela, pero su hastío no hacía más que crecer, fogoneado por una obsesiva conciencia de la finitud de la vida. En busca de respuestas, se acercó a las propuestas del místico ruso George Gurdjieff y ahí encontró una justificación para prolongar la vida y continuar la obra. En ese plan, siguiendo el consejo de su instructor, se trasladó en 1980 a los Estados Unidos y allí se despojó de todo para vivir como vagabundo en las calles de Manhattan y Los Angeles. Sánchez regresó al país en 1986, cuando sus lectores lo daban por muerto (incluso llegaron a hacerle homenajes en su ausencia), pero logró recuperarse y dos años después editó La condición efímera. Si bien el volumen incluye relatos anteriores, la mayor parte de los cuentos fueron escritos a su regreso, en base a borradores que el escritor le enviaba a su madre desde Norteamérica, cuando podía reunir el dinero necesario para la encomienda postal. De ahí que muchos de los textos reconozcan un sesgo biográfico. "Diario de Manhattan" resulta muy ilustrativo al respecto: no sólo narra las vicisitudes de Sánchez como clochard en una ciudad que su amarga visión identifica con la decadencia de la cultura occidental, sino que también describe sus esfuerzos por seguir los ejercicios de la doctrina Gurdjieff, entre los que se cuenta el de escribir con la mano izquierda (...) Aciago destino el de Sánchez, a pesar de haber fallecido en 2003 no pudo volver a escribir. Decía que se le había acabado la épica, que en su caso equivalía a un compromiso total y absoluto con una escritura que se juega en cada párrafo al límite mismo del silencio. La reedición de La condición efímera hace justicia al estilo irrenunciable y sin concesiones con el que construyó una voz única en la literatura argentina.
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