MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Nalkowska reseñada

Carátula del libro. Fuente: archimadrid

Zofia Nalkowska es una escritora polaca a la cual, según me entero por Mercedes Monmany, debemos agradecer el descubrimiento de autores como Bruno Schulz o Witold Gombrowicz. Ahora, la editorial Minúscula ha publicado una obra suya, Medallones, que Monmany reseña bajo el escalofriante título "Jabón humano":

La muerte, una muerte apocalíptica que reina como una realidad única y desoladora, atraviesa las páginas de este libro desde el comienzo hasta el final. El Apocalipsis es tan aplastante que «da la sensación de que ya no queda nadie vivo, de que ya no vale la pena perseverar ni insistir». Insistir en seguir viviendo. Nada del mundo de antes parece haberles quedado como referencia a estos hombres y mujeres, las víctimas. El terror se ha hecho dueño de todo y «se interpone» a cada paso entre ellos, hasta el punto de que cada uno, en ese mundo de lobos, se convierte peligrosamente para el otro en «un riesgo».«¿Y nadie os dijo que hacer jabón con grasa humana era un delito?», le preguntará un miembro de la Comisión Investigadora, recién acabada la guerra, al ayudante polaco de los macabros experimentos que un tal doctor Spanner llevaba a cabo en las siniestras mazmorras de un Infierno de Dante del aprovechamiento industrial de cadáveres instalado en Gdánsk. El joven, cuenta Zofia Nalkowska, responderá «con una sinceridad absoluta»: «No, nadie me lo dijo». No sólo nadie le había dicho que era un delito, sino que en aquellos días en que proliferaba la idea de que «todo era posible», nadie le advirtió de que era algo malo, repudiable, una abominación. El joven se llevará jabón a casa y, aunque su madre, al principio, se muestre algo asqueada y reticente, luego le dirá que «hace muy buena espuma». Las escenas y testimonios escalofriantes no dejan tregua al lector en este pequeño libro único, impresionante y, tristemente, de lectura obligatoria. De lectura obligatoria en un mundo moderno que no sólo olvida, sino que, muy a menudo, distorsiona o insulta, utilizando intolerables y consentidos paralelismos. Paralelismos en los que llamar nazi a alguien, en especial a los israelíes de nuestros días, hijos y nietos de los masacrados, se ha convertido en algo banal, fácil, sin consecuencias, sin necesidad de dar muchas más explicaciones. Medallones es un libro conciso, sin adornos, doloroso como un zarpazo lanzado directo al corazón y a las conciencias, en el que no se incluyen arquetipos narrativos inventados por la imaginación macabra de un autor de historias hechas expresamente para no dormir. Se trata de seres humanos en situaciones humanamente inimaginables: judíos que ayudaban a descargar cuerpos de gaseados que un día se tropiezan, cara a cara, con los cadáveres de su mujer y sus hijos pequeños; jóvenes mujeres de la Resistencia torturadas y prematuramente devastadas, tuertas y sin dientes; chicas huidas de un vagón de ganado que al caer del tren se rompen una pierna y a las que nadie del pueblo cercano quiere ayudar, mientras se dedican a desfilar delante de ellas como quien contempla a un animal moribundo en su jaula del zoo?

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