MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Turcos entrevistados

Tryno Maldonado, Carlos Busqued y José Morella. Fuente: el país

En la entrevista de Juan Carlos Galindo de hoy en El País a los recientes Anagrama´s boys (Tryno Maldonado, Carlos Busqued y José Morella) se menciona mi post en el que los llamé "jóvenes turcos arremetiendo contra todo". Y tal parece que no me equivoqué porque las incendiarias declaraciones de estos muchachos de 30 años, semifinalistas del Premio Herralde y publicados por su alta calidad, demuestran que van con el cuchillo entre los dientes. Primero, hablan de dinero, por supuesto; en plena recesión no hay tema mejor:

"Al final del día sabes que, pase lo que pase, aunque no tengas dinero, aunque pierdas el empleo, aunque tu mujer te deje, aunque no tengas qué comer, sabes que tú seguirás ahí, necio, escribiendo y pegándole duro todos los días a las teclas del ordenador (...) Pero uno se acostumbra y luego, con el tiempo, hasta se vuelve un tanto masoquista y aprende a disfrutarlo", cuenta Maldonado, finalista con Temporada de caza para el león negro. La pregunta salta rápido, la duda sobre qué hace un escritor que pasa de los 30 y ha publicado poco y no es conocido pide ser resuelta. "Entre escribir, leer y ganarme la vida como profesor de español, no me queda energía", responde José Morella, autor de Asuntos propios. Pero está claro que el sustento no es siempre material: "Yo tampoco he ganado hasta ahora ni un duro escribiendo, todo lo contrario: siempre estás trabajando, echándole horas al pozo (...) Yo tendría que agradecerle muchas cosas a la literatura aunque no hubiera publicado nada. De hecho, no sé qué habría sido de mi vida sin ella durante los últimos 15 años. A qué me habría agarrado", añade Morella. Puestos a hablar de dinero, la pregunta sale sola: Ahora que triunfan y han conseguido que les edite Anagrama, ¿Venderían su alma a Andrew Wylie, 'El Chacal'? (el representante famoso por sus métodos y su agresividad, que hace poco desembarcó en el mercado editorial en español haciéndose con los derechos de Roberto Bolaño). "No sé quién es Wylie ni por qué estaría interesado en comprar mi alma. Pero si viene, que traiga una cantidad exagerada de dinerolar. 'El Chacal' es ya un apodo que me cae simpático", nos cuenta Busqued. Morella no le conoce, pero Maldonado, mejor informado, irónico y preciso replica en ese diálogo sin intercambio que es esta entrevista por correo electrónico: "No lo creo, dicen que los chacales muerden".

Luego, hablan sobre de las "vacas sagradas" para profanarlas:

Aunque Busqued se define como "lector haragán" no es difícil percibir en los tres un amor por la lectura, una admiración por ciertos autores. Algunos de ellos aparecen en el catálogo de la editorial que ha decidido publicarles, una nómina que les permite enorgullecerse e intimidarse al tiempo. Al final, queda una lista para una buena biblioteca: Charles Bukowski, Raymond Carver, Anthoy Burroughs, Julio Cortázar, Italo Calvino, Kennedy Toole, Kenzaburo Oé, Dennis Cooper, Daniel Sada, Foster Wallace, George Perec, Kjell Askildsen, J. M. Coetzee, Erri de Luca, Cormac Mcarthy, Antonio Di Benedetto, Clarice Lispector, Ricardo Piglia, Martín Retoman, Enrique Vila- Matas y, cómo no, Roberto Bolaño, son algunos de los nombres que se cruzan en la conversación. Los autores son invitados a atacar a las vacas sagradas de su país, buscando quizás un titular. Morella asegura que se limita a no leerlos y Busqued se acuerda de Ernesto Sábato "un tipo simpático para tirarle unos zapatos, con sus reflexiones de almanaque de la corrección política y su pretensión de Dostoievski argentino". Como si estuviese escuchándoles, Maldonado se anima y tira con dardo: "Imagino que Carlos Fuentes debe ser bastante pesado. Sólo lo imagino por el histrionismo que muestra en la televisión y por el tremendo derroche de recursos que invirtió en él el Estado para celebrar su pasado cumpleaños, pero no lo sé de cierto. Teníamos la mala costumbre de llevar siempre un patriarca literario todo-poderoso que quitaba y ponía a su antojo y que estaba coludido con el poder, pero por fortuna mi generación ya no respeta jerarquías ni necesita de esos patriarcas para dedicarse a escribir".

Y finalmente, también conversan en este diálogo cruzado del futuro de la literatura entre los blogs, las computadoras, la TV, y hasta las amenazas contra la "pureza" del idioma español que, obviamente, a ellos les importa un bledo:

Se compran muchos libros, se leen muchos menos, de hecho se lee poco o muy poco, dependiendo del país ¿Culpables? "A estas alturas del partido es ingenuo quejarse de que la gente compre libros para rellenar su estantería nueva. Nadie está libre de pecado. De la falta de lectores no tiene la culpa la televisión ni los videojuegos (...). Leer te da sentido crítico, y eso es malo para la economía: compras menos chorradas", asegura Morella. Sin poder oírle, Maldonado le da la razón: "Ni la TV ni Internet están peleados con la lectura, incluso hasta pueden ser complementarios, al menos en el caso de Internet. En todas las épocas ha habido distractores y pretextos para no leer: procrastinar, se llama a eso y la palabra es antiquísima". Busqued remata de nuevo: Bueno, creo que los españoles la podrían hacer peor, podrían directamente no comprar libros! Sigan así, amigos de España, y compren mi libro, más no sea para dejarlo ajarse en sus bibliotecas! El español y su literatura se cuelan en esta conversación fragmentada a través de la referencia al éxito de Junot Díaz en EE UU y la pasión desatada en ese país en torno a la figura del chileno Roberto Bolaño: "Bolaño seguirá teniendo vigencia en cualquier lengua porque escribió desde la periferia, con esa garra y esa vitalidad que sólo poseen los marginados, nunca para complacer a una tradición o al mainstream". En español, traducidos o en spanglish no es eso lo que de verdad importa para Morella: "La literatura en español, si es que esa etiqueta sirve, no tiene un futuro sino muchos. Tantos que no sé si vale la pena arriesgar un juicio. No creo que el idioma común vincule tanto como se cree (...) Los escritores, creo yo, no se preocupan tanto -digan ellos lo que digan-por el futuro del idioma, sino por el futuro de la literatura. A no ser que hablemos, claro está, de lenguas pequeñas o minorizadas. A mí no me interesan los cajones de ese archivador historiográfico ordenado por naciones o lenguas". Busqued vuelve, devastador o quizás sólo sarcástico: "El futuro último del idioma (y de la especie, del planeta y del universo) es el colapso, la muerte y la desaparición, así que antes de pensar en eso prefiero mirar la tele".

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1:25 p. m.

Al menos son honestos y no hacen tanta fufulla porque gozan de talento, no se andan con mamadas.    



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