Eduardo San José sobre Un lugar llamado Oreja de perro
Confieso que tengo guardadas dos o tres reseñas sobre mi novela, todas muy positivas, y que las iré dosificando poco a poco para no caer pesado. Y porque no hay que beberse de una toda el agua de la cantimplora cuando uno camina por el calcinante desierto de la literatura latinoamericana contemporánea. Al final, he descubierto que hacer el seguimiento de las reseñas sobre el libro de uno mismo es entrar en una Montaña Rusa, llena de ascensos y descensos dramáticos. En mi caso, confieso que las subidas (llámese elogios) me causan más intriga que las caídas. No se trata de baja autoestima, sino de extrañeza ante la generosidad de quienes no me conocen. ¿Habrá tenido razón la enajenada Blanche Dubois en confiar en la bondad de los extraños? ¿Habrá sido esa frase genial, al final de Un tranvía llamado Deseo, una defensa camuflada de Tennessee Williams contra sus críticos literarios? Tal es el caso de Eduardo San José, quien en el diario La Nueva España de Oviedo escribió un artículo (que reproduzco en la sección de notas) sobre mi novela, a mediados de diciembre, que empieza generosamente:
En su prólogo a Palabra de América (Seix Barral 2004), Guillermo Cabrera Infante daba el nombre del peruano Iván Thays (Lima 1968) entre la docena de los más o menos jóvenes autores hispanoamericanos que colaboran en la obra, haciendo con él la salvedad de notar que es un escritor “aún por descubrir en España” (p. 14) Lo cierto es que no ha dejado de prodigarse mientras tanto, pero el reconocimiento a esta novela puede consolidarlo como una voz a seguir por su virtuosa capacidad para convocar temas sin mencionarlos fuera de la explicitud suficiente de una buena historia bien contada.
Luego, compara mi novela con la de Daniel Sada (ganadora del Herralde) y anuncia que si una "nos presenta a un personaje cuya redención está en el futuro, Un lugar llamado Oreja de perro cuenta la búsqueda de una redención del pasado". Y continúa así:
Tal vez lo mejor de la novela sea su bien justificado equilibrio entre el drama personal del protagonista y el proceso de recuperación de la memoria histórica emprendido por la república sudamericana, sin que ninguna de estas coordenadas, la pública y la privada, desmerezca o sea un mero pretexto para la otra. Al contrario, el relato da la medida de la enfermiza politización de toda vida privada en un país convulso. Así, mientras esperan la llegada del “cholo” Toledo, el protagonista tiene tiempo de tentar el amor de dos mujeres: el profundo tacto de la mestiza Jazmín, la embarazada de inquietante poso vital; y el refrescante flirteo con Maru, una bonita estudiante de antropología de la capital. Ambas tirarán de él hacia hacia el resonante pasado o hacia un desinhibido futuro, como metáfora del dilema del país ante su propia memoria colectiva. Mientras tanto, la novela se debate entre el deseo de que el dolor deje constancia sólida de su paso, o la necesidad de un renacimiento luminoso, el simbólico alumbramiento con el que se cierra la novela.
Debo decir que me encanta, sobre todo, el final de la nota, porque San José ha dado con una frase muy importante que yo había escondido en la novela y que es fundamental para entenderla. Eso, más que los elogios, que solo pueden agradecerse, me hace entender que detrás de esta reseña existe una lectura atenta que busca desentrañar los hilos conductores del cuento de hadas que está leyendo. Solo un crítico frente a una novela, como debería ser siempre. Dice:
No es fácil dar con una conclusión clara del autor respeto a la memoria histórica del Perú, pues la novela le sirve por cierto para convocar la perplejidad, y los silencios y continuos punto y aparte que la jalonan no son una propuesta sino una descripción. Es posible, al menos, reproducir una reflexión del narrador que, cuando despeja de sí la sospecha del resabido sofisma de la impunidad, nos habla de la necesidad de ficcionalizar la memoria; y “ficción”, que se emparenta en su origen con “fingir”, no solo significa simular o embaucar, sino dar existencia real a lo que no la tiene: “El antónimo ideal de la memoria debe ser la imaginación, fantasear, hacer ficción. No la amnesia” (p. 178)
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Me faltan exactamente 22 caras para llegar a esa frase. Sin dudarlo agarré el libro para encontrarla. Hay un par de frases que no he podido evitar relacionar con la mencionada: "Pensamos que las fotografías, los recortes de periódico, las cartas, los (...) sostienen la memoria. Pero no la sostienen, la reemplazan."
Pero esa conexión me la guardo, en la primera lectura, quiero concentrarme en mi experiencia con el texto, que en descifrar la tuya.
También he recordardo un artículo que leí en etiqueta negra, hace mucho, sobre la primera experiencia de Fuget como director (Se arrienda) y de alguna manera yo también llegué a concluir en esto que escribí (http://noviembresaboramenta.blogspot.com/2006/11/de-manas-y-ficciones.html), que sí, debería ser ese el antónimo.
7:31 p. m.
De verdad Ivan, felicitaciones, qué bien que hayan escritores peruanos que estén recibiendo tantas palmas y reconocimientos. Y sigue comentando tus éxitos, pues no encuentro en ellos aburrimiento.
Qué difícil es encontrar tu obra por estos lares.
8:35 a. m.
Lei Un lugar llamado Oreja de Perro de un tiron, gracias a una gripe invernal que me tiene encerrada. Creo que al igual que muchos, esperaba esta novela de Thays, por el largo silencio despues de El Oficio de la Vanidad. En realidad fueron las dos primeras novelas las que me impactaron. De Oreja de Perro puedo decir que la historia de Paulo y la ruptura con Monica, es lo mas logrado. No siento lo mismo con los otros personajes que son mas bien estereotipos. Oreja de Perro es tan bien un estereotipo mas que un lugar en el Peru en el que se produjo esta horrorosa guerra.
Sin embargo, me alegra que ganara el premio de finalista del premio Herralde, ahora podra escribir la literatura que quiere escribir y no la que gana premios y ayuda a publicar.
10:36 a. m.
Qué buenas frases, la del post y la del comentario. Tal vez esa frase enigmática tenía que ver con eso, es una buena hipótesis...
6:24 p. m.
Anónimo 8:35
Cuando un escritor "andino" escribe sobre la violencia política, lo hace por una "necesidad vital", pero cuando lo hace uno "criollo" lo hace para ganar premios.
Cuántos prejuicios estúpidos circulan por ahí.
Yo siempre he escrito lo que he querido escribir. Si me apetece inventar una ciudad, la invento. Y si quiero hablar sobre el Perú, lo hago. Por eso causa tanta envidia mi obra: no envidian mi talento, sino mi enormísima libertad.
saludos
IVAN
7:25 p. m.
Què buen argumento, y habrìa que agregar que es falsa la idea de que hablar del Perù es hablar de sus costumbres y sus ciudades...
2:19 a. m.
Ivan,
Yo no creo que tu obra causa envidia. Al menos no a mi, que siempre te he leido con entusiasmo y afecto. Dificil entender porque crees que tienes que enfrentarte al mundo. Tu sigue escribiendo, que eso lo haces bien. Eso no cambia mi 'pre-juicio', de que los escritores estan empujados por el mercado para escribir los libros que se 'esperan' leer. Esto va mas alla de los andinos y criollos.
Lastima que no disciernas entre un comentario positivo del de mala leche.
Igual te seguire leyendo y nuevamente felicitaciones por tu libro y por el premio (bien merecido).
6:46 a. m.
relajese hombre
7:09 p. m.
Ivan, el concepto de "libertad", tal como lo usas, es el concepto gastado de los neoliberales (VLL, p.e.).
2:13 a. m.
Leí estas navidades tu libro y lo disfruté incluso por encima de sus "intenciones". El simple acto contemplativo de algunas imágenes bellas que recreas y el interés por las subtramas con los dos personajes femeninos ya me bastaban para disfrutarlo. Gracias a esa novela puede que mire hacia atrás y pruebe con otras creaciones tuyas.
6:44 a. m.
Oquendo de Amat regresa de la tumba en Historias asombrosas, y de paso pone a Thays en su lista negra.
10:35 a. m.
K: Tú dices: "Si no has vivido nada y quieres escribir, esta frito. Y tu no has vivido,(...)"
¿Exactamente cuánta "calle", cuantas aventuras y cuántos bombardeos de vajilla necesitó Borges para escribir lo que escribió?
11:56 a. m.
Caray K, estás hecho un Salieri, como dicen, del odio al amor... eres un admirador reprimido.
9:28 a. m.
Sí. Caray, K.
¿A qué meterte en esos términos con el crítico de El Cultural de España? Te aseguro que he leído críticas suyas muy duras, p. ej de Fadanelli, de Ortuño o de Horacio Castellanos. Infórmate nomás un poco.
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