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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

La resurrección de Sagan

Sylvie Testud como Sagan. Fuente: elpaís

Luego de su muerte en el 2004 (según me entero recién en el olvido y sin dinero por culpa de la mala administración de sus regalías y sus problemas en los pagos de impuestos) Francoise Sagan, la chicas que a los 18 años publicó una novela asombrosa que tituló dramáticamente Buenos días, Tristeza, se prepara para su resurrección este año. Ya se publicó su biografía Sagan à toute allure, escrita por Dominique Lelièvre, y ahora se presenta el telefilme de 4 horas Sagan dirigido por Diane Kurys y que tendrá como protagonista a la adolescente Sylvie Testud.
Sylvie Testud es Sagan en el filme. Y lo es como una reencarnación. "Tenía que atrapar el personaje a partir del exterior", dice la actriz. Y lo ha conseguido. Es como ella, se mueve como ella, habla como ella. Sagan es un personaje popular para el imaginario francés porque tiene clase, desparpajo e insolencia pero nunca vulgar. Tuvo multitud de amores, se autodestruyó a base de alcohol y cocaína, se encontró embarcada en embrollos fiscales inverosímiles aunque no dejó nunca de escribir. Mejor o peor, pero siempre con elegancia. Françoise Sagan, que en realidad se llamaba Françoise Quoirez y que cambió de apellido para no perjudicar a su familia, era hija de la alta burguesía francesa. Su educación nace de la lectura de Gide, Camus, Eluard, Sartre, Rimbaud y, sobre todo, de Proust. Y es la primera autora que se interesa por el ocio de los personajes en tiempo de vacaciones. A Hollywood le atraen sus ficciones, Otto Preminger dirige la adaptación de una de sus novelas. Escribe obras de teatro, canciones y libros, muchos libros. Se enamora de hombres y mujeres -entre ellas, Ava Gardner-, se casa dos veces, la primera con un donjuán, la segunda con un homosexual del que tiene un hijo. "Nunca desayunamos juntos. Vivía de noche. Nos encontrábamos por la tarde, cuando yo salía de la escuela", recuerda Denis Westhoff, ese hijo al que ella no supo o no quiso o no pudo cuidar. La película relanza un personaje que sabía que el humor es la cortesía de los desesperados. Reconstruye una época y un mundo. Ella ganó su primera casa propia, una mansión en Normandía, jugando a la ruleta. A principios de los setenta, cuando no tenía derecho a firmar cheques y todos los casinos le prohibían la entrada, volvió a rehacer su fortuna gracias a la victoria de un caballo, su caballo. Volvió a dilapidarla, en drogas, fiestas y amigos.

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