El crítico deejay
Ignacio Echevarría ha escrito un furibundo artículo , publicado en la Revista de Libros, sobre la crítica literaria actual, que estaría mediatizada, sostiene, por la opinión de los lectores y las estrategias de marketing. Los "agentes culturales" se han convertido en "agentes comerciales". Así, los críticos son ahora deejay que usan sus reseñas para complacer al público. Como prueba A comenta el fenómeno Ruíz Zafón:
La reciente publicación en España de la última novela de Carlos Ruiz Zafón, El juego del ángel, ha sido tratada por la prensa cultural como un auténtico acontecimiento. A bombo y platillo se anunció que la primera tirada de una novela de un autor español alcanzaba la cifra record de un millón de ejemplares. Cuando a los pocos días aparecieron las reseñas del libro se tuvo ocasión de asistir a un espectáculo penoso que, sin embargo, es cada vez más frecuente: el del crítico temeroso del público al que se dirige, intimidado por la abrumadora legión de los lectores, acobardado por el aparato propagandístico puesto en marcha por publicitarios y periodistas, unos y otros compitiendo en su afán sensacionalista, dando por sentado que tan elevado número de consumidores no se pueden equivocar. Hace cuarenta años, el escritor alemán Reinhard Baumgart hizo públicas una serie de provocadoras propuestas destinadas a vapulear a la crítica de su país. La más sensacional de todas ellas consistía en postular, para el reseñista de los diarios, un papel semejante al de disc-jockey en una pista de baile. Atrás va quedando, cada vez más desprestigiado -decía Baumgart-, el crítico investido de autoridad, ya sea la autoridad del académico, del policía, del aduanero o del agente de tráfico. Éste formulaba sus juicios desde el supuesto de que el público al que se dirigía estaba necesitado de orientación y de recomendaciones, cuando no directamente de instrucción. Pero entretanto, la inflación plebiscitaria ha abonado entre los lectores la convicción de ser ellos mismos peritos tan aptos como cualquiera para calibrar los méritos de un libro. Basta ver lo que ocurre muy patentemente con el fútbol o con el cine. Así las cosas, el crítico tiende a actuar como una especie de delegado de ese cuerpo general de peritos que constituye su público, ni más ni menos que como actúa un disc-jockey. El éxito de éste, como el del nuevo crítico, depende de su capacidad de sintonizar con los ocupantes de la pista, cuyas apetencias, cuyos gustos, cuyo grado de excitación o de embriaguez le corresponde a él adivinar, estimular y acompasar.
La pregunta interesante es quiénes son los críticos realmente influyentes en la actualidad, y a qué se debe esa influencia. ¿Puede un crítico literario tener la fuerza de convencimiento que Ophra? Michiko Kakutani, la crítica más influyente, ¿es también considerada la mejor por sus lectores? Hace unos años, luego del intento fallido de hacer un blog de metacrítica con un grupo de bloggers (entre ellos yo), Gustavo Faverón comentó este tema en Puente Aéreo.
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