MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Sebastian, Eliade, Manea

Miahil Sebastian. Fuente: jewishmag.com

Un texto absolutamente subyugante, que no se puede dejar de leer con el corazón en la boca, es el que ha publicado Juan Forn en Radar Libros sobre la amistad y la ruptura de dos escritores rumanos: el famoso Mircea Eliade y Mihail Sebastian. La historia que cuenta Forn atraviesa como un tajo y deja abierta la herida de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, la persecusión a los judíos, historias de amores imposibles, de traiciones y de frustraciones literarias. Eliade y Sebastian eran dos amigos que pertenecían al mismo círculo literario rumano. Pero cuando el tutor de ambos se radicalizó hacia el nacionalismo, arrastrando consigo a Eliade, Sebastian quedó relegado por ser judío. Se le condenó al ostracismo e incluso a la muerte (esa parte de la crónica pone los nervios de punta). Nunca más fueron amigos y luego de unas décadas Sebastian muere atropellado y Mircea Eliade, convertido en un intelectual de renombre, nunca aceptó su cercanía con los nazis.

Por otra parte, el artículo de Forn menciona al libro El regreso del húligan, de Norman Manea, mencionado aquí ya varias veces. Un libro que, por cierto, vi el viernes en la mesa de novedades de la librería "La Tertulia" del CCPUCP. Queda uno. Si después de leer esta crónica no salen corriendo a comprarlo, deberían ir al médico. Quizá están muertos.

Dice Forn: "Como Heidegger, Mircea Eliade también tenía un esqueleto en el placard. Como en Heidegger, los pecados políticos de Eliade implicaron una traición a un ser querido. En el caso de Heidegger, a su amante, la joven Hannah Arendt. En el caso de Eliade, a su mejor amigo de juventud, el escritor Mihail Sebastian. A diferencia de Heidegger, Eliade nunca volvió a ver a su víctima: Mihail Sebastian murió un año después de que terminara la Segunda Guerra. Pero tal como Heidegger fue (para muchos incomprensiblemente) perdonado por Arendt, Mihail Sebastian terminó condenando sin proponérselo a Eliade desde la tumba, cuando su cadáver llevaba más de cuatro décadas enterrado y Eliade llevaba el mismo tiempo disfrutando de su gloria académica en Estados Unidos."

Con respecto a la novela de Manea, dice: "Manea relata con el mismo desparpajo episodios completamente incompatibles. Vale la pena mencionar dos de ellos, escalofriantes: en uno cuenta cómo la policía secreta rumana convenció a su mejor amigo para que lo espiara, a cambio de una cama de hospital para su padre moribundo (el amigo se lo confiesa a Manea y entre ambos redactan los informes de delación, así creen haber burlado a la Securitate hasta que el amigo logra escapar de Rumania, y Manea se pasa años observando paranoico a cada uno de sus amigos, preguntándose quién será el nuevo delator); el otro episodio es el misterioso asesinato del catedrático Ioan Culianu, en pleno día, en los baños de la Universidad de Chicago. Culianu había sido un colaborador de Eliade (gracias a éste había llegado a Estados Unidos) que, luego de la muerte de su mentor, estaba escribiendo un libro sobre el pasado político de Eliade. Cuando el FBI investigó el caso, presionó a Manea para que los ayudara a determinar si el asesino fue enviado por el ex rey rumano en el exilio, o una secta parapsicológica enemiga de las investigaciones religiosas de Culianu, o la “mafia académica” (sic) o los legionarios sobrevivientes en el exilio, o el nuevo gobierno rumano poscomunista, o un/a mero/a amante despechado/a.

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