MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Sven Lindqvist

Sven Lindqvist. Foto: Ulla Montan. Fuente: bok bonier

Para todos los que, como yo, apuntan los nombres de autores que recomiendan por ahí en sus libretas Moleskine esperando un descubrimiento que parta nuestra vida de lectores en un antes y un después (lo que a veces sucede realmente), aquí hay un nuevo nombre al que llego por Juan Forn: el sueco Sven Lindqvist, autor de Exterminad a todos los salvajes, editado por Turner . Por las notas que he pescado en internet descubro que es un libro de viajes, una autobiografía y un híbrido literario. Suena bien. La nota aparece en Radar Libros de "Página12"

Cuenta Forn: "Descubrí a Sven Lindqvist por error: tenía un par de horas en Buenos Aires antes del ómnibus de vuelta a Gesell y, en la única librería que quedaba abierta pasadas las diez de la noche, compré de apuro, casi sin mirarlo (porque amenazaban con cerrar y porque costaba doce pesos, un precio cada vez más difícil de encontrar en Buenos Aires por un libro decente) un ejemplar de Exterminad a todos los brutos, de Sven Lindqvist. Lo confundí con Sven Birkerts, estaba convencido de haber encontrado una continuación a Las elegías Gutenberg, sensacional ensayo de Birkerts sobre el acto de leer. Ingenuamente, en el título Exterminad a todos los brutos creí ver una continuación de esa elegía al mundo de la lectura y pensé, con igual ingenuidad, que ese libro me había estado esperando contra toda esperanza en aquella deprimente idea de librería que son los locales de la cadena Yenny en general, y el cadáver del Grand Splendid en particular."

Sobre el estilo del autor dice: "Sven Lindqvist tiene una manera magistral de contar episodios aparentemente diversos. Lo que hace en Exterminad a todos los brutos es ir hilando, en una sucesión de hipnóticos relatos, los elementos históricos que tenían los contemporáneos de Conrad frente a sus ojos cuando éste escribió El corazón de las tinieblas. Simplemente busca las noticias que salían en los diarios y revistas de la época: lo que declaraban los políticos y los reportes que hacían a sus superiores quienes volvían de sus misiones en los confines del mundo. Lo que se enseñaba en las escuelas y lo que se practicaba en las casas y se conversaba en la mesa. De tanto en tanto hace una brevísima extrapolación en los años posteriores, pero inmediatamente vuelve a aquellos episodios, ambientados en las civilizadas capitales europeas y en las lejanas selvas, islas y desiertos donde las razas inferiores asistían al advenimiento del progreso que las aplastaría a su paso. La sucesión de esos relatos despierta en el lector una tenebrosa, electrizante fascinación, semejante a la que ejercían en Lindqvist de niño aquellos relatos del misionero sueco sobre el Congo."

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2:37 a. m.

Me parece muy bien que hayan publicado a Sven L. en español, ese libro lo leí hace unos 10 años atrás y me pareció uno de los pocos libros que toma el tema del racismo de una manera tal que el lector se siente convencido de lo que está leyendo.
Me parece que después de ese libro Sven escribió otro que se llama la historia de los anti racistas.    



6:17 a. m.

Otro bueno de Lindqvist es Historia de los Bombardeos, un libro sobre la historia social, la psicología y el desarrollo de las tecnologías para tirar bombas desde el aire. El libro es muy curioso porque está estructurado alrededor de cuatrocientas secciones numeradas, que se pueden leer de corrido o siguiendo un orden sugerido por el autor -- También lo edita Turner.    



3:26 p. m.

Exacto. Historia de los bombardeos es un libro inusual estructurado como un recorrido por los laberintos que originaron, en distintos planos, la guerra aérea. Me gustaría conseguir los otros títulos traducidos al español de Lindqvist. Si saben de alguno les agredeceré una señal!

(Fragmento)

¡PUM, ESTAS MUERTO!

“¡Pum, estás muerto!”, solíamos decir. “Te pillé”, decíamos. Siempre jugábamos a la guerra. Muchos juntos, de dos en dos o en fantasías solitarias. Siempre a la guerra, siempre a la muerte.

“No juguéis así”, decían nuestros padres, “podríais acabar igual”. Vaya amenaza; ¡si no había nada que deseáramos más! No necesitábamos juguetes de guerra. Cualquier palo se convertía en arma en nuestras manos, cualquier piña, en bomba. No recuerdo haber orinado una sola vez en mi infancia, ya fuera al aire libre o en el retrete, sin haber elegido y bombardeado un objetivo. A los cinco años ya era un bombardero experimentado.

“Si todos jugáis a la guerra”, solía decirme mi madre “habrá guerra”. Y estaba en los cierto: la hubo.    



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