El tren de Gabo
“Tranquilos, que yo controlo esto” fue lo que dijo Gabriel García Márquez antes de enfrentar a sus miles de paisanos, luego de que regresara en tren desde Santa Marta a Aracataca después de 24 años de ausencia. La algarabía, los cañonazos, las mariposas, los globos amarillos, las manos que querían saludarlos y los lapiceros alzados para conseguir una firma impidieron que los invitados del hijo pródigo bajen por la puerta del Tren Amarillo (que es celeste, pero tiene varias mariposas amarillas dibujadas) por varios un buen rato.
“Luego dicen que yo inventé el realismo mágico", exclamó al ver el caos.
Según la nota, García Márquez caminó unos 100 metros entre el gentío, abordó una carroza tirada por caballos y recorrió las calles del pueblo, flanqueadas por los lugareños que coreaban su nombre. Con indumentaria blanca de los pies a la cabeza, pasó frente a la biblioteca municipal 'Remedios la Bella', otro personaje de Cien años de soledad, y por la que fue su casa, actualmente en remodelación. Almorzó y, luego, regresó en bus a Santa Marta.
Se dice que el Nobel era reacio a regresar a Aracataca por una especie de presagio que le hacía temer que no volvería a hacerlo.
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