MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Lo que dijo Oswaldo


[FILSA] Conozco a Oswaldo Reynoso desde hace 18 años aproximadamente, y guardo un profundo respeto por su obra y por su amistad. He sostenido con él varias conversaciones en las que se muestra generosos e interesado por la obra de autores menores (en general a los que considera "novísimos"); sin embargo, cuando le toca participar en una mesa redonda -sea ésta en el extranjero o en el país- el amable Reynoso se trastoca en un personaje irritante, demagógico y exaltado, incapaz de establecer un diálogo, interesado solo en cautivar a su audiencia con una serie de "verdades" que no son sino una lista de simplificaciones: la maldad de las editoriales transnacionales que imponen literatura light por razones comerciales; la mediocridad de los escritores llamados "criollos" o "cosmopolitas", sobre todo de los que ganan premios en España, mientras él confiesa escribir solo para el Perú; las mafias de la crítica literaria que silencian su obra pese a que en los pueblos jóvenes las bibliotecas llevan su nombre; y la defensa a ultranza de la piratería de libros (o de la auto-piratería en todo caso).

A todos estos exabruptos, ha añadido esta última semana -a raíz, al parecer, de la publicación de Toda la sangre, la antología de Gustavo Faverón sobre los cuentos de los años de violencia- uno nuevo: llamar "guerra popular" a la matanza ocasionada por el terrorismo y los malos militares en el Perú de hace un par de décadas. Como lo reseñó Max Palacios, dijo eso en la presentación de la antología a la que fue invitada como expositor; luego, como para que no queden dudas, lo repitió en el avión que lo condujo a Santiago de Chile (así me lo cuenta su compañera de viaje); siguió diciéndolo en el bus que nos conducía a la FILSA y lo confirmó, finalmente, en la mesa redonda en uno de los salones de la estación Mapocho. Y ante mi pública incomodidad por esa frase inaceptable, decidió repetir diez veces (contabilizadas por mí en mi moleskine) la frase "guerra popular" en su siguiente respuesta, lo que ocasionó la ira de José Miguel Oviedo y el desconcierto de los demás asistentes. La justificación que dio Oswaldo para esa calificación es la siguiente: fue una"guerra popular" porque en ésta murió sobre todo gente del pueblo. Y si bien acepta el término "matanza", argumenta que en toda guerra hay matanzas. ¿Realmente es tan inocente Oswaldo para creer que los demás somos ingenuos y aceptaremos ese juego de palabras con el que pretende justificar el uso de un término muy concreto, cuyas resonancias políticas las conocemos todos (en especial cuando es utilizado por un hombre que conoce bien la doctrina maoísta y de larga estadía en China como él), para referirse al terrorismo? Pues ¿qué implica aceptar que el terrorismo fue una "guerra popular"? Por lo pronto, que Abimael Guzmán y los demás detenidos son presos políticos o, peor aún, rehenes de un ejército victorioso y, por tanto, candidatos a la anmistía. ¿Eso son, Oswaldo?

Acerca de la antología Toda la sangre afirmó algo que traslució el principal reparo que tiene contra ella: que aparezcan escritores limeños o, mejor dicho, aquellos que no consideran al terrorismo como una "guerra popular". En tal sentido, primero declaró que la antología le parece errada porque no coloca las fuentes y tampoco las fechas en que aparecen publicados por primera vez los cuentos recogidos (no puedo comprobar si aquello es cierto eso, debido a que aún no cuento con un ejemplar, pero seguro Gustavo comentará al respecto). Y en segundo lugar, declaró enfáticamente que solo existen tres tipos de escritores que tratan el tema del terrorismo: aquellos que vivieron una "juventud dorada" y no sufrieron los estragos y tienen una visión light del asunto; los presos que no pueden hacer públicos sus escritos por su condición de reclusión; y aquellos que no pueden mostrar libremente sus textos porque aún existe en el Perú una ley contra la apología del senderismo, por lo que los escriben clandestinamente. Ante tan estrecho panorama, solo queda preguntarnos: ¿en cuál de los tres grupos se ubica Oswaldo?

Insisto en que siento una gran admiración por la obra de Oswaldo, y en que aprecio su amistad y la de su familia. Pero las cosas que dice para provocar merecen, precisamente, una respuesta, respetuosa pero decidida, como la que hice en la mesa que compartimos en Santiago y que ahora resumo en mi blog.
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