MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

25 años


[ANIVERSARIO] Se cumplieron recientemente 25 años de que Umberto Eco publicara la novela El nombre de la rosa, uno de los best seller más famosos del siglo XX, y en la revista Ñ de Clarín publican una entrevista realizada por Antonio Gnoll en la que comenta con Eco lo que significó la publicación de esa obra. Es una entrevista llena de anécdotas. Eco cuenta: "Todos piensan que la novela fue escrita en computadora, o que usé máquina de escribir. En realidad, la primera versión fue hecha con lapicera. Pero recuerdo que pasé un año entero sin escribir una sola línea. Leía, hacía dibujos, diagramas, en suma, inventaba un mundo. Dibujé cientos de laberintos y plantas de abadías, basándome en otros dibujos, y en lugares que visitaba".

Sobre el nombre tan famoso como mil veces interpretado, recuerda varias cuestiones: "Era el último de una lista que incluía entre otros La abadía del delito, Adso de Melk, etcétera. Todos los que leían la lista decían que El nombre de la rosa era el mejor [al final, hay una cita latina que] inserté para despistar al lector. Pero el lector lo que hizo fue seguir todos los valores simbólicos de la rosa, que son muchísimos (...) No, soy de los que piensan que a menudo el libro es más inteligente que su autor. El lector puede encontrar referencias que el autor no había pensado. No creo tener derecho a impedir que se saquen ciertas conclusiones. Pero tengo el derecho de obstaculizar que se saquen otras (...) Los que, por ejemplo, en la "rosa" encontraron una referencia al verso de Shakespeare "a rose by any other name", se equivocan. Mi cita significa que las cosas dejan de existir y quedan solamente las palabras. Shakespeare dice exactamente lo opuesto: las palabras no cuentan para nada, la rosa sería una rosa con cualquier nombre".

La entrevista es muy interesante y divertida, es un placer leerla, la recomiendo especialmente para aquellos que, como yo, recuerdan con nostalgia aquellos años en que no haber leído El nombre de la rosa (en esa edición blanca de editorial Lumen, que uno cargaba con orgullo) era un pecado mortal.
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