Mi selección germana
[FUTBOL] Animado por la selección de Gustavo Faverón, que menciono en el post anterior, haré mi propia selección germana, lamentando que la FIFA Literaria no me permita nacionalizar a esos dos polacos geniales. Pero antes: un saludo lleno de envidia sana y buena onda a los amigos ecuatorianos que han iniciado su Mundial con un resultado excepcional: 2-0 a Polonia. ¡Estupendo!
Sistema: 4-4-2
Arco: Rainer Maria Rilke. Porque creo que ser portero es el oficio más poético del mundo, y Rilke el poeta alemán más importante desde el Romanticismo.
Defensa: Thomas Mann, Hermann Broch, Robert Musil, Elías Canetti. Confío que autores con obras voluminosas, totales y complejas como ellos brindarán la contundencia que necesita una defensa bien organizada, la mejor de este Mundial Literario de lejos. Impenetrables.
Medio: Bertolt Brecht, Thomas Berhnard, WG Sebald, Franz Kafka. La versatilidad de Brecht (teatro, música, poesía, narrativa) lo hace polifuncional. Berhnard es irregular pero incisivo, una verdadera fiera en el área, aunque demasiado individualista (eso sí: a la primera amarilla que le saquen, meto a Frish, mucho menos incisivo pero de avanzada). Sebald, aunque lento, es el cerebral, la inteligencia del equipo, con una enorme personalidad líder. Y por supuesto, Franz Kafka, el 10, el ídolo, con unos pases a profundidad como no hay nadie más y un juego absolutamente original, único, irrepetible, hasta el punto que obligará a los árbitros a reinterpretar las reglas del juego solo para él.
Delantera: Robert Walser y Joseph Roth. Debo repetir aquí los halagos que hice antes a Joseph Roth: impredecible, sofisticado, contundente. Es mi apuesta, mi "golpe", de una sabiduría casi mística, el hombre en quien he depositado toda la confianza para que le ponga la explosión al equipo, el gol. Y en cuanto a Walser, tenemos ahí a un jugador que se moviliza de manera brillante en espacios muy pequeños (a lo Sotil), un jugador de filigranas, de quiebres y regates, un esteta del juego. Lo malo es que le falta ambición, y eso en un escritor puede ser genial pero en un delantero es fatal. Pero igual es mi arma secreta: puede pasarse todo el partido paseando de arriba a abajo, pero en el momento menos pensado, haciéndose el distraído y cuando nadie da una moneda por él, hará una jugada de lujo, inesperada, y embocará uno de esos goles rotundos como sus relatos breves.
Sistema: 4-4-2
Arco: Rainer Maria Rilke. Porque creo que ser portero es el oficio más poético del mundo, y Rilke el poeta alemán más importante desde el Romanticismo.
Defensa: Thomas Mann, Hermann Broch, Robert Musil, Elías Canetti. Confío que autores con obras voluminosas, totales y complejas como ellos brindarán la contundencia que necesita una defensa bien organizada, la mejor de este Mundial Literario de lejos. Impenetrables.
Medio: Bertolt Brecht, Thomas Berhnard, WG Sebald, Franz Kafka. La versatilidad de Brecht (teatro, música, poesía, narrativa) lo hace polifuncional. Berhnard es irregular pero incisivo, una verdadera fiera en el área, aunque demasiado individualista (eso sí: a la primera amarilla que le saquen, meto a Frish, mucho menos incisivo pero de avanzada). Sebald, aunque lento, es el cerebral, la inteligencia del equipo, con una enorme personalidad líder. Y por supuesto, Franz Kafka, el 10, el ídolo, con unos pases a profundidad como no hay nadie más y un juego absolutamente original, único, irrepetible, hasta el punto que obligará a los árbitros a reinterpretar las reglas del juego solo para él.
Delantera: Robert Walser y Joseph Roth. Debo repetir aquí los halagos que hice antes a Joseph Roth: impredecible, sofisticado, contundente. Es mi apuesta, mi "golpe", de una sabiduría casi mística, el hombre en quien he depositado toda la confianza para que le ponga la explosión al equipo, el gol. Y en cuanto a Walser, tenemos ahí a un jugador que se moviliza de manera brillante en espacios muy pequeños (a lo Sotil), un jugador de filigranas, de quiebres y regates, un esteta del juego. Lo malo es que le falta ambición, y eso en un escritor puede ser genial pero en un delantero es fatal. Pero igual es mi arma secreta: puede pasarse todo el partido paseando de arriba a abajo, pero en el momento menos pensado, haciéndose el distraído y cuando nadie da una moneda por él, hará una jugada de lujo, inesperada, y embocará uno de esos goles rotundos como sus relatos breves.