MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El maestro Pitol

A mí con los aviones me ha pasado de todo, desde aterrizajes forzosos hasta pérdida de maletas, pero lo que nunca me había sucedido era quedarme encerrado en un claustrofóbico aeropuerto por más de 10 horas esperando un vuelo que dura 45 minutos. Eso me sucedió en Guadalajara, de regreso de la FIL, y hay que agradecer la hijaputada a la Línea Aérea Azteca que, para colmo, al final me hizo perder el vuelo.
En fin, el pasado lunes 5, luego de llegar a las 10:00 pm a la casa de Mario Bellatin en el DF después de ese agujero negro de mi existencia que fueron las horas perdidas en el aeropuerto, me encontré con que Mario había salido y me dejaba una dirección donde había una cena a la que también me invitaban. Me di un duchazo y llamé a un taxi para ir en busca de Mario y me di con la maravillosa sorpresa de que la cena era para Sergio Pitol, al que siempre he considerado mi maestro. Una pequeña cena entre amigos en la que pude darle un abrazo a Pitol y felicitarlo personalmente por el premio Cervantes, un lujo que pensé que no podría cumplir porque era imposible llamarlo a Xalapa desde el día en que se supo la noticia del premio.
Cuando voy a México, y suelo ir cada año por diversos motivos, conversar con Mario Bellatin, visitar a Margo Glantz en Coyoacán y llamar por teléfono a Pitol son una descarga de energía que me devuelven a la literatura y la pasión por escribir.
Sergio Pitol es mi maestro desde que en 1994 asistí a un Taller de Narrativa en Barquisimeto, Venezuela, al que también asistió mi amigo Ricardo Sumalavia. Sus clases eran deslumbrantes, no solo por el conocimiento literario que implicaban sino por la profundidad de esos conocimientos. Pitol es un cosmopolita, un lector apasionado y un crítico exigente pero generoso. Encajaba perfectamente en la lista de "secretos mejor guardados de la literatura" de México, hasta que con la publicación de El arte de la fuga, su libro de memorias, empezó a hacerse conocido en España más allá del grupo de fieles lectores amigos que siempre tuvo. Luego vendría la segunda parte, El viaje, y también la publicación de tres novelas suyas bajo el título Tríptico de carnaval, con admirable prólogo de Antonio Tabucchi. Todo en Anagrama y todo con un gran éxito de crítica y lectores. Este año apareció una colección de sus cuentos en Anagrama y la tercera parte de sus memorias, la espléndida El mago de Viena (quizá la mejor parte de la trilogía memorística) en Pre-textos, que se agotó en menos de un mes. El Premio Cervantes viene a confirmar por todo lo alto lo que algunos privilegiados habíamos descubierto hace años: Pitol es uno de los grandes maestros del idioma y un escritor absolutamente imprescindible cuando se hacen balances de autores del siglo XX.

Gustavo Faverón ha hecho un artículo muy interesante, publicado en El Dominical de "El Comercio" el domingo pasado. Y Félix de Azúa escribe en su blog un recuerdo en el que menciona, entre otras anécdotas, el singular paso editorial de Pitol por la serie Heterodoxos de Tusquets.
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