Fraude literario: J T Leroy
Desde que en su adolescencia publicó Sarah, una novela autobiográfica, J.T. Leroy no ha dejado de ser un referente en el ambiente underground norteamericano: lo admiran el escritor Dennis Cooper, los jóvenes narradores Zadie Smith y Dave Eggers, el cineasta Gus Vas Sant, la actiz y directora Asia Argento (de quien se decía era su novia), el grupo Garbage y hasta el mismísimo Tom Waits, quien hace unos meses presentó la nouvelle de JT Leroy titulada Harold´s End.
La celebridad de J.T. Leroy como ícono contracultural se debe a su biografía expuesta en sus libros: creció con una madre stripper y adicta que lo obligó a prostituirse y travestirse desde los cinco años. Alcohólicos y drogadictos, ambos se ofrecían a los camioneros en medio de las extensas carreteras de EEUU. Finalmente, a los 19 años el éxito de su novela lo libró de la prostitución, aunque no de las juergas. La leyenda urbana culmina con dos anécdotas: el libro lo escribió a pedido de su psiconalista, y cada vez que acepta una entrevista aparece con una larga peluca rubia y lentes enormes (cuando no completamente travestido).
Pues ahora resulta que, al parecer, según "The New York Magazine", J.T. Leroy no existe. En su lugar queda Laura Albert, su madre adoptiva, una cantante de rock y escritora frustrada (de temas parecidos a los de JT) de casi 40 años que habría inventado este "alter ego" para llamar la atención, contratando a un actor para que le "dé vida" cada cierto tiempo (cada vez que dudaban del fenómeno, dicen). Desde luego, uno puede decir que, por ejemplo, si descubrimos que la obra de Borges la ha escrito Fanny, la empleada de su madre y suya hasta el matrimonio con Kodama, cambiaríamos la biografía y las conclusiones de algunas tesis pero no los textos: estos seguirían siendo prodigiosos. Pero no es ése el caso de Leroy porque lo realmente interesante de sus escritos no es lo literario sino la historia que hay alrededor; es decir, que tales aullidos hayan sido producidos por tal animal salvaje.
Quien lo explica mejor es el mismo Dennis Cooper -experto en aullidos homosexuales, por cierto-: "Los libros de J.T. Leroy son inseparables de su historia. Siempre fueron una suerte de souvenirs inspiradores de la horrible vida de ese chico. Eran su final feliz. Lo siento muchísimo sobre todo por los miles de fans de J.T. que vivieron cosas similares, chicos que creyeron en la posibilidad de cambiar sus vidas y superar un pasado doloroso con el arte; es como si hubiéramos despertado para saber que éste no es el lugar donde un chico con esos problemas puede salir adelante; J.T. utilizó el abuso como marketing, y por eso este fraude es tanto más horrible”.
Para que se enteren mejor de quién es este muchacho, o esta mujer, les recomiendo que lean esta entrevista a Leroy y esta reseña biográfica de Rodrigo Fresán de hace unos años, predictivamente titulada "El escritor objeto".
En la foto, escritor JT Leroy acusado de ser un producto de marketing ¿o esa acusación es también un producto del marketing? Sabrá Dios...
La celebridad de J.T. Leroy como ícono contracultural se debe a su biografía expuesta en sus libros: creció con una madre stripper y adicta que lo obligó a prostituirse y travestirse desde los cinco años. Alcohólicos y drogadictos, ambos se ofrecían a los camioneros en medio de las extensas carreteras de EEUU. Finalmente, a los 19 años el éxito de su novela lo libró de la prostitución, aunque no de las juergas. La leyenda urbana culmina con dos anécdotas: el libro lo escribió a pedido de su psiconalista, y cada vez que acepta una entrevista aparece con una larga peluca rubia y lentes enormes (cuando no completamente travestido).
Pues ahora resulta que, al parecer, según "The New York Magazine", J.T. Leroy no existe. En su lugar queda Laura Albert, su madre adoptiva, una cantante de rock y escritora frustrada (de temas parecidos a los de JT) de casi 40 años que habría inventado este "alter ego" para llamar la atención, contratando a un actor para que le "dé vida" cada cierto tiempo (cada vez que dudaban del fenómeno, dicen). Desde luego, uno puede decir que, por ejemplo, si descubrimos que la obra de Borges la ha escrito Fanny, la empleada de su madre y suya hasta el matrimonio con Kodama, cambiaríamos la biografía y las conclusiones de algunas tesis pero no los textos: estos seguirían siendo prodigiosos. Pero no es ése el caso de Leroy porque lo realmente interesante de sus escritos no es lo literario sino la historia que hay alrededor; es decir, que tales aullidos hayan sido producidos por tal animal salvaje.
Quien lo explica mejor es el mismo Dennis Cooper -experto en aullidos homosexuales, por cierto-: "Los libros de J.T. Leroy son inseparables de su historia. Siempre fueron una suerte de souvenirs inspiradores de la horrible vida de ese chico. Eran su final feliz. Lo siento muchísimo sobre todo por los miles de fans de J.T. que vivieron cosas similares, chicos que creyeron en la posibilidad de cambiar sus vidas y superar un pasado doloroso con el arte; es como si hubiéramos despertado para saber que éste no es el lugar donde un chico con esos problemas puede salir adelante; J.T. utilizó el abuso como marketing, y por eso este fraude es tanto más horrible”.
Para que se enteren mejor de quién es este muchacho, o esta mujer, les recomiendo que lean esta entrevista a Leroy y esta reseña biográfica de Rodrigo Fresán de hace unos años, predictivamente titulada "El escritor objeto".
En la foto, escritor JT Leroy acusado de ser un producto de marketing ¿o esa acusación es también un producto del marketing? Sabrá Dios...