Correa ancha
Debo decir que, pese a que no me gustan los libros de la chata Isabel Allende ni sus entrevistas, esta vez sí me ha sorprendido. De paso en Buenos Aires para presentar La isla bajo el mar, la Allende ha demostrado tener la correa bien ancha:
Harold Bloom y Roberto Bolaño son sólo dos de los nombres pesados que no dudaron en disparar contra ella, y sin embargo, Isabel Allende, detrás del éxito y la tranquilidad que le confieren sus millones de lectores en más 30 idiomas, no guarda rencores. "No me molesta la crítica negativa ni que me pregunten acerca de ella. No hay nadie que haga un trabajo público que le caiga bien a todo el mundo y como no se me van los humos a la cabeza con las cosas buenas, tampoco me fijo con las cosas malas", explica sentada en la comodidad del décimo piso de un lujoso hotel porteño en otra escala de la gira promocional de su flamante novela, La isla bajo el mar.
Lo que sí me ha parecido cómico es que se haya mostrado como una latinoamericana recatada, modosita, de buena familia, nada que ver con las "europeas" -ni con la mexicana Margo Glantz- que hablan sin problemas sobre la depilación (Charlotte Roche) y cuentas sus amantes por decenas (Catherine Miller). Que se despida de ser publicada en Anagrama, por si alguna vez lo intentó. Dice:
(...) repite cada vez que puede que entre sus anhelos está el de escribir una novela erótica. "Tengo que esperar a que se muera mi mamá, que siempre se queja de las escenas de sexo de mis libros –se ríe- pero no sé si sería capaz de escribirla, porque para que una novela erótica tenga impacto tiene que tener mucho humor y estar hecha con mucha ironía",
Sin embargo, el final me ha parecido honesto, extraordinario. Estoy de acuerdo con ella. Los libros pueden cambiar la vida de los demás, empezando por la del propio autor. Bravo. Dice:
Y ya pasaron 27 años de su primer libro, el que más vendió, el más logrado, el que acaso recibió menos críticas. Todavía lo recuerda, claro. "La casa de los espíritus me cambió la vida, me dio una voz, me abrió el camino, no sabía que podía ser escritora. La casa de los espíritus me llegó a la vida en un momento crucial. Mi vida no tenía ningún sentido y La casa de los espíritus me lo dio, pavimentó el camino. Nada de lo que escribí puede compararse a La casa de los espíritus, tal vez sólo Paula", dice ya con la voz entrecortada cuando recuerda la novela epistolar que escribió para superar el duelo de una hija muerta.
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