Eugene Ionesco, 100
Este mes se cumolen 100 años del nacimiento del rumano Eugene Ionesco, el autor de obras de teatro como El rinoceronte, La cantante calva o La lección. Ionesco es considerado en las enciclopedias bajo la etiqueta "Teatro del absurdo" que comparte con otros autores como Alfred Jarry e incluso, para algunos, el mismo Samuel Beckett. Sin embargo: ¿Es absurdo la palabra que buscamos para definir este teatro? Dice la nota en Clarín de Jorge Dubatti:
Pero el mismo Ionesco solía reírse de esa expresión: "¿Yo absurdo? ¡Qué absurdo!" y prefería el término "antiteatro". El prefijo "anti" expresa el gesto de violencia y destrucción de las estructuras del teatro anterior, considerado por Ionesco expresión ideológico-poética del racionalismo positivista y el pragmatismo de la burguesía occidental, así como una pérdida del vínculo más auténtico con la condición más irracional del conocimiento poético. En Notas y contranotas Ionesco escribe: "Se ha dicho que yo era un escritor del absurdo; hay palabras como ésas que van de boca en boca, una palabra de moda que ya no lo será. En todo caso, es en sí misma lo suficientemente vaga como para no querer decir nada y como para definirlo todo fácilmente". A Beckett tampoco le gustaba esta categoría crítica, que sin embargo alcanzó tan amplia difusión. En sus conversaciones con Charles Juliet, Beckett señaló: "Los valores morales no son accesibles. Y no se los puede definir. Para definirlos, haría falta pronunciar un juicio de valor, algo que no se puede. Es por eso que nunca estuve de acuerdo con esta noción de teatro del absurdo, porque encierra en ella un juicio de valor". [...] La cantante calva, por caso, Ionesco hace estallar en mil pedazos la intriga lineal aristotélica y prefiere un "volver a empezar" infinito, aunque ya no con los esposos Smith sino con los Martin. La parodia de algunos procedimientos fundantes del drama moderno –el encuentro personal, el método biográfico, la construcción de la ilusión de pasado– alcanza un momento memorable en el diálogo de los Martin, quienes luego de descubrir inesperadas coincidencias en sus vidas, llegan a reconocer que son marido y mujer. El reloj inglés del living inglés suena sin regla comprensible con desquiciadas campanadas inglesas. La entidad psíquica de los personajes es indescifrable y un bombero declara tener que marcharse porque debe apagar "un ardor de estómago". Mientras tanto "la cantante calva sigue peinándose". Para Ionesco, sabotear el sistema del lenguaje natural y el sistema del lenguaje teatral (que mimetiza el natural, a través del realismo lingüístico) es atacar en su centro mismo el principio de realidad. El sabotaje al lenguaje verbal es una de las herramientas fundamentales de su desarticulación de la ilusión del realismo. La realidad –sostiene implícitamente Ionesco– pone así en evidencia su naturaleza de construcción lingüística. Con ello Ionesco se adelanta a los pensadores del "giro lingüístico". El mundo es absurdo porque posee un régimen de realidad absurdo, pero también lo es porque la realidad burguesa ha devenido trivial, irrelevante, frívola: se advierte en sus charlas y hábitos tontos, en su banalidad. Son dos visiones diversas: no hay sentido, o tal vez exista un sentido o sentidos del mundo, pero la historicidad social del hombre burgués les ha dado la espalda, el hombre occidental vive ajeno al sentido.
El gran Ionesco, con su cara de Elmer gruñón y su genio que nos muestra las más recónditas y trágicas realidades de la vida de manera aparentemente banal y como si nada fuese, y que por eso mismo es singularmente genial, encaja con todas las de la ley, aunque él mismo haya sostenido que no, en esa heterogénea gama de autores dramáticos que Martin Esslin agrupara con la afortunada denominación de Teatro del Absurdo en un libro clásico que fue seguido después con menor fortuna por “Más allá del Absurdo” en que Esslin trata de conciliar las tendencias brechtianas pero subrepticiamente “absurdistas” en una Europa del Este sometida a una férrea censura política. Es muy cierto que Jarry, Genet, Beckett y Ionesco se diferencian en mucho pero todos ellos y bastantes más encajan en la perspectiva crítica establecida por Esslin. Además Ionesco calificó a La Cantante Calva de “antipieza”, entiempos en que la antimateria asombraba a los físicos y se perfilaba por otro lado una cierta antipoesía…. Es más bien entonces, me parece, por autoamor que Ionesco prefería ser un autor de antiteatro que de teatro del absurdo. En todo caso, hace más de 50 años que el Théâtre de la Huchette representa en París La Cantante Calva lo que ha requerido de varias generaciones de actores para personificar a los “absurdistas” y “antiteatrales” y exitosísimos esposos Smith. Y esa cantante que no aparece por ningún lado, compite en atracción turística con la Torre Eiffel.
JOTABE POQUELIN
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