Le Clezio y América Latina
Los vínculos entre el flamante premio Nobel, JM Le Clezio y América Latina son muchos. Incluso vivió algunos años en México y su obra se edita en Argentina en sellos independientes como Adriana Hidalgo (El Africano) o Cuenco de plata (Urania). Juan Pablo Bertazza le hizo una entrevista exclusiva el año pasado, cuando aún su nombre no sonaba para el Nobel, que se mantuvo inédita hasta hace unos días en que aparecio en "Radar". Es una larguísima entrevista en la que vale la pena resaltar sus referencias a América Latina. Por ejemplo, Rulfo:
Por último, y tarde, me llegó la influencia de la novela rusa y de la literatura de América latina, sobre todo de Rulfo (...) el lugar [donde transcurre la novela Urania] está muy cerca de donde vivió Rulfo, el geógrafo de la novela está a solo 100 km de ahí cuando, en autobús, pasa por todos los lugares que desarrolla Pedro Páramo. La verdad es que no fue casualidad, es una especie de rendición de cuentas o, quiero decir, de homenaje, pero esa palabra también me resulta demasiado seria. Mi intención fue que esa coincidencia con el realismo mágico fuera múltiple: geográfica, histórica y estética.
Luego, se refiere a América Latina en general y a Argentina en particular:
Conozco poco de los clásicos argentinos; aunque sí a Borges que, para mí, no es un clásico sino el típico argentino, con ese espíritu tan gauchesco, capaz de hablar de la violencia de la calle, de la violencia del mundo y, a la vez, con ese refinamiento muy argentino que proviene de Inglaterra, Francia y España. Lo único que faltó acá fue el acceso a la cultura indígena, no sé si pensarlo como una falta o como otra manera de ser que tienen ustedes. En Latinoamérica hay varias fases. En Bolivia, por ejemplo, el pluriculturalismo es mucho más importante. La Pampa con su violencia resulta una especie de Far West de Estados Unidos. Yo no veo tantas similitudes entre Argentina y Francia. Acá veo más elegancia y también esa típica amargura de la cultura criolla. Incluso hay humor, se ve que la literatura de acá no es totalmente dramática, hay algo de juego. Pero lo que más me interesa de ustedes es que noto algo así como un espejo, es como si los argentinos llevaran permanentemente un espejo, la gente se imita a sí misma, hace algo y lo exagera, lo sobreactúa como si tuviera un espejo deformador. Supongo que es una forma un tanto extraña de ser consciente y, al mismo tiempo, reírse de uno mismo. Borges es típico en cuanto a eso: es alguien que sabe muy bien exagerar, plantear acciones dramáticas y, a la vez, creíbles. Por eso fascinó a Europa, porque en Borges los europeos encontraban una imagen de sí mismos similar, muy similar pero, a la vez, exagerada.
Para tratar de explicar esa fascinación, Le Clezio cuenta una anécdota que no tiene pierde:
Mirá, el otro día estaba en un restaurante de La Boca y había un señor comiendo, muy correcto él y muy bien vestido. En el escenario un muchacho cantaba de manera espantosa. Entonces, el señor subió al escenario y se puso a cantar con el joven, y la verdad es que resultó tener una voz muy linda. Me conmovió eso. Es algo único en el mundo que ustedes no valoran lo suficiente porque en la Argentina si alguien canta bien todos lo aplauden, aunque estuviera poco antes comiendo en una mesa y no estuviera en los planes de nadie que pudiera cantar. El problema de la cultura europea es que estuvimos mucho tiempo encerrados en sarcófagos. Los escritores sólo tenían o teníamos o seguimos teniendo una etiqueta que dice escritores y sólo eso implica que ninguno de nosotros pueda cantar, bailar, ni cortar leña; por eso yo me fui de Europa: para cambiar de piel.
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Me gusta la expresión cambiar de piel. Sería bueno que conociéramos mejor a este escritor y su europea manera de ver la américa indígena, así haríamos más fuerte el conocimiento de nosotros mismos; odiarnos menos sería, ese es el caso.
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