MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

¿Qué es leer?

Lectura. Fuente: ocio y cultura / gazteaukera

En muchos países ha surgido con fuerza –de distinto modo, con diferentes logísticas y propuestas- una corriente que propone la lectura como una obligación. Se entiende así que leer es un valor social, incluso un deber, más allá del placer o de la necesidad. Ante ello no deja de ser pertinente la pregunta sobre qué entienden por “lectura” los gobiernos o las entidades que hacen estas propuestas. Es decir: ¿se han puesto a pensar realmente la complejidad que hay detrás de la lectura? Tres buenos lectores sí se han hecho estas preguntas últimamente: el editor Constantino Bertolo en un interesante artículo titulado “Leer ¿para qué?”; el ácido John Crace en “How do you read a book?”; y Gustavo Faverón en un reciente post de Puente Aéreo titulado “Lee difícil” y que promete continuación.

Bertolo resume que existen tres rótulos comunes asociados a la lectura: la lectura como medio de entretenimiento, la lectura como conocimiento y la lectura como vehículo de cultura. Analiza los tres, desestimándolos uno por uno; es especialmente interesante la conclusión a la que llega respecto al último: “Acceder a la cultura seria, por tanto, conocer aquello que hay que conocer (la cultura como conocimientos) y sentir aquello que hay que sentir (la cultura como vida interior). Desde esta perspectiva, el encomio de la lectura en cuanto vía de acceso a la cultura lo que traduce es una doble imposición social: lo que hay que leer –sentir- en lo que se lee. La primera imposición reflejaría la pertinencia ilustrada, mientras que la segunda recogería la pertinencia romántica. Lo curioso es que el encomio general de la lectura del que venimos hablando escamotea la necesidad de pronunciarse sobre una u otra cuestión –qué leer, qué sentir- y en aras de una pretendida neutralidad deja la contestación a ambas preguntas en manos del mercado cultural, en manos de lo que hay, y su aparente no-imposición se revela así como una imposición sumamente eficaz en cuanto que tira la piedra y esconde la mano. La mano invisible”.

John Crace empieza preguntándose cómo hay que leer y se responde de inmediato: “Muy lentamente”. Luego de declarar su buen promedio de lectura (60 páginas por hora) pasa a preguntarse: ¿Por qué es necesario que el Gobierno proponga leer (y más aún aprender a leer “más rápido” como ofrecen ciertas empresas), si la mayoría de libros que se publican son pésimos? Dice Crace: “You can only imagine the government is infected with the same virus that causes nearly half the population to lie about their reading to make them look intelligent. Books are the yardstick by which most of us are found wanting. Haven't read War and Peace? You're on a cultural asbo. The problem for most of us is knowing where to start. There are more than 100,000 books published a year and - take it from me - most of them are rubbish. And you can't necessarily trust the reviews because they've probably been written by a close friend or a sworn enemy.”

Finalmente, Gustavo Faverón pone el dedo en la llaga en un aspecto vital: muchos de aquellos que promocionan la lectura como un valor que estimula la inteligencia y el pensamiento libre, al mismo tiempo desestiman la complejidad de la literatura y la rechazan. ¿Cómo se entiende eso? Dice Faverón: “(…) cabe preguntarse: ¿cuál es la lógica de cantarle alabanzas al ejercicio de la lectura como estimulante de la creatividad o de la reflexión y, al mismo tiempo, volverse un militante contra el tipo de literatura que más explícitamente se inscribe --se produce, se consume-- dentro de las esferas intelectuales de una sociedad (como, por ejemplo, la academia)? La lógica de quienes intentan esa conciliación suele sustentarse en una intuición paradójica (si es sincera o no, ya es otro asunto): primero se señala que la academia está desconectada del resto de la sociedad; que es, en la práctica, su apéndice inútil. (…) Desprecian la supuesta opacidad de sus jergas, el elitismo de sus temas, la aparente lejanía de sus preocupaciones. El único detalle en el que no reparan es éste: quizá, dado el caso de que ellos no son expertos en esas áreas, es posible que la opacidad no sea tal; es posible, para decirlo con redundancia justificable, que sólo la especialización forme especialistas. (Yo no entiendo el alemán, pero no se me ocurre por ello acusar a los alemanes de oscurantistas, presumidos o discriminadores). Pasa algo con quienes le tienen miedo a la complejidad y deciden agredirla, a veces en nombre de la libertad de consumo ("tengo derecho a preferir lo sencillo") o del puro y simple ánimo anti-intelectual: ocurre que detrás de su intento se esconde el peligro (seguramente inconsciente) de asfixiar la inteligencia de la propia sociedad al limitar y empequeñecer sus aspiraciones. Aquellos que, siendo en la práctica intelectuales (periodistas, escritores, incluso maestros), y ocupando un espacio en el circuito de construcción social del saber (la prensa, las universidades, las ONGs, internet), desprecian el intelectualismo de la academia y cualquier forma de complejidad en las artes y las humanidades, están en la práctica proponiendo su propia medianía anti-intelectual como un sucedáneo blando y melifuo de intelligentsia. No están guiando, como suelen suponer, una rebelión contra la autoridad de ninguna élite; están propugnando la dictadura del desconocimiento”.

Sí pues, tiene razón Bertolo y no basta con invitar a leer a los demás sino preguntarse: Leer ¿para qué?

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1:18 p. m.

60 páginas pòr hora es una por minuto.Según la página de que se trate puede ser una lectura nada lenta,más bien algo acelerada.    



3:24 p. m.

Y tu posición ¿es...?    



7:23 p. m.

60 Paginas por Hora... Es demasiado.. Si se habla de un libro con letra paqueña y de un tamaño regular...

Encambio si se trada de una lectura de todo contrario... se encuantra en una posicion mas entendible... Para una buena lectura, tambien se tiene que tomar en cuentra la comprencion...

Un buen Lector comprende la lectura, eso implica leer con calma y con tranquilidad, encambio un lector que no comprende, tendra problemas al racordar y entender el mensaje y el punto de vista del escritor.

Todo esto lleva a un solo punto, "Es mejor una lectura tranquila y calmada (Alrededor de 250-300 palabras por minuto, como yo) a una lectura apresurada y sin comprension..."

[[Espero los comentarios que den sobre mi respuesta...]]    



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