Mea Culpa Donosiano
Ayer pude ver (pero no tener), con carátula de una lagarto del parque Guell, una edición del libro inédito de José Donoso Lagartija sin cola, editado por Alfaguara. Ahora, en La Revista de Libros, leo este impresionante "mea culpa donosiano" de Rafael Gumucio. Relectura a los cuarenta años. Interesante.
Dice: " Uno de los primeros gestos de Bolaño al desembarcar en Chile, después de veinte años de ausencia, fue confesar que Donoso le parecía un autor de una "línea de flotación" bastante baja. Los jóvenes, entre los cuales tenía la desgracia cronológica de contarme, celebramos en silencio ese ajuste de cuentas. Donoso representaba por entonces lo establecido, lo normal, lo normado. El escritor que escribe bien y que recibe por ello la paradójica corona envenenada del prestigio literario internacional. Donoso era el boom, pero no tenía nada del aura aventurero y húmedo de un Vargas Llosa, de un Cortázar o un García Márquez. Donoso prefería hablar de Henry James, y sus discípulos más cercanos creerse ingleses o madrileños desangelados adictos a la estructura y alérgicos a la convicción. Donoso era la figura misma del escritor que nunca fue, ni nunca será joven. Se habla hoy con cierto romanticismo del "hombre enfermo de literatura"; Donoso era la expresión más viva de esa enfermedad literaria, una enfermedad que un escritor de veinte años no quería por nada en el mundo contagiarse. (...) A Donoso el hombre, pero de alguna manera también a Donoso el escritor se le solían colgar para callado las dos palabras más chilenas de todo el vocabulario castellano. La palabra "fome", es decir aburrido, blandengue, y la palabra "siútico", es decir arribista cursilón que quiere representar algo que está destinado a no ser nunca. La fomedad y la siutiquería, la violencia subyacente detrás de esos calificativos, la profundidad metafísica que esos términos azarosos cubren es el tema principal de la obra de Donoso. Quizás esa descripción vivida y profunda de estos dos adjetivos nos duele tanto, que tendemos a atribuirle al escritor mismo los adjetivos. De alguna forma, Donoso podía ser fome, y podía ser siútico, pero logró hasta el final -con la notable Conjetura acerca de las memorias de mi tribu- escandalizar a los bien pensantes, y romper con los lazos del clan.
Frente a un siglo XXI donde la literatura se ha convertido en un comentario de buen gusto tipo Sebald o Claudio Magris, ante la ironía cómoda de los borgeanos de toda laya, Donoso representa el riesgo y la valentía del siglo XX. El siglo de Proust, de Freud, de Stanislavsky, el siglo de la apuesta, del error, del horror, contra el que no hemos logrado más que sobreponer la burla, la pedantería neoestructural, la ironía, la anécdota periodística. Pienso hoy, después de tanta agua bajo el puente, que lo que odiábamos los jóvenes, lo que despreciaba ciegamente Bolaño en Donoso, no era el gran señor conservador que hablaba de Henry James a la hora del té, sino el revolucionario implacable que fue hasta el fondo de sus pesadillas y las nuestras, y volvió casi ileso a contarnos lo que había en el reverso de todas nuestras certezas. "
Etiquetas: chile, jose donoso, NOTICIA, rafael gumucio
la misteriosa desaparición de la marquesita de loria .
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