Respuesta de González Vigil
El crítico Ricardo González Vigil ha hecho un descargo al post que escribí, y luego borré, en este Moleskine Literario.
Dado que él ha declarado que es la última vez que se refiere al tema no pretendo a ser tan grosero de quedarme con la última palabra, por lo que no discutiré ninguno de sus puntos salvo resaltar lo siguiente: estoy absolutamente de acuerdo con que no se puede insultar en público y disculparse en privado. Esa fue una de las razones principales por las que escribí “Un paso adelante”. Descubrí que nunca, en ningún post ni artículo, había justificado mis críticas a González Vigil con algo que no sea una burla, una ironía o una broma. Pensé: si quiero que me respeten debo empezar a reconocer mis errores y respetar a los demás. Por eso borré esa respuesta furibunda la mañana siguiente y escribí la editorial que todos conocen. González Vigil tiene todo el derecho de rechazar lo que estuvo publicado durante unas horas, pero no creo que pueda soslayar el hecho público y notorio de que eliminé mi post e incluso las alusiones a él en el comentario "Gran Combo Club" y el que todos los blogs serios (los únicos a los que el crítico debería hacer caso si no quiere ser cómplice de anónimos que difaman y descalifican a los demás con insultos racistas y homofóbicos) han respetado el derecho a retirar mi opinión. No conozco otra forma digna de pedir disculpas.
Conciliación
Desde que me divorcié hace tres años, con un hijo de un año al que debo proteger antes que a nada ni nadie, la palabra “conciliación” es la más importante del idioma para mí. Aprendí que conciliar no es someterse ni rendirse, y mucho menos mostrar debilidad, sino aceptar que ante un conflicto las dos partes deben ceder en algo (aunque a veces nos parezca injusto) para conseguir un acuerdo y dar un paso adelante. Si declaré que me reafirmo en las cosas que escribí en mi respuesta eliminada (deplorando el tono en que las escribí, insisto) fue para dejar en claro que no pretendía mentir cuando las expuse, pero si González Vigil considera que no censura a Cueto por razones extra-literarias o que nunca intentó que me quiten el auspicio que no tengo (en todo caso, una llamada suya luego de aparecer la nota de Caretas a la oficina de imagen bien pudo ser malinterpretada o tergiversada) no tengo ningún problema en aceptar sus descargos en vez de ponerme a llamar testigos (que al fin y al cabo tampoco son pruebas) para que hablen en su contra. Si él, además, insiste en decir que mi productor no lo llamó o que yo no le mandé el email de disculpa pues bien, considerando que ambas situaciones tenían como fin pedirle disculpas y darle la posibilidad de explicar por TV por qué asumió ciertas decisiones en su Manual de Literatura que yo consideré erróneas en mi programa, en vez de perder el tiempo buscando pruebas para demostrar que sí llamé o que sí mande el email ¿no es más coherente, responsable y serio volver a pedir disculpas e invitarlo al programa otra vez, ya que ése es el objetivo principal de lo que está en discusión? Después de todo, y dado que es imposible tener pruebas en cosas ridículamente concretas como si hubo una llamada o un email hace dos años, que sean las personas que están involucradas en estos temas y nuestras propias conciencias las únicas que juzguen quién miente y quién no. Yo, por mi parte, estoy bastante tranquilo.
Cuetomanía
Finalmente, sobre mi “cuetomanía”, debo decir que me identifico plenamente con ese término. Alonso Cueto no significa para mí sólo un extraordinario escritor sino un amigo al que quiero mucho y respeto, y no existe día en que no me sienta orgulloso de esa amistad a pesar de que muchas personas insisten en calificarla casi de “delito”. Por eso mismo, porque lo creo buen escritor y además una amigo entrañable, cuando reseño algún libro suyo que me parece genial se trasluce naturalmente mi entusiasmo e incluso mi felicidad al ver que un amigo querido ha conseguido un logro (y con “logro” no me refiero a los premios, ojo, sino a las obras). A González Vigil, en cambio, la obra de Alonso Cueto lo deja indiferente y ha decidido no criticar nada suyo desde que reseñó a principios de los años 80 su primer libro de cuentos (el más minimalista de todos, por cierto). No creo que exista algo innoble o erróneo en ninguna de las dos opciones, siempre y cuando seamos conscientes de que lo realmente importante en todo esto (deslindando de una vez y para todas cualquier alusión vinculada a mafias, lobbys o censuras) es que ni mi entusiasmo ni la indiferencia de González Vigil son definitivos a la hora de los balances. Lo concreto es que la obra de Alonso Cueto continúa escribiéndose y consiguiendo cada día más lectores, críticos, premios, traducciones y editoriales interesadas en él, totalmente ajena a estas escaramuzas. Entonces ¿por qué pelearnos por algo que finalmente es inútil? Ambos sabemos que los escritores y los críticos literarios con verdadero talento superan largamente los elogios y el ninguneo. Y como dudo que exista una verdad más grande que ésa, he optado por dejar que los demás saquen sus propias conclusiones sobre la objetividad de González Vigil a la hora de calificar a Cueto o a cualquier otro autor. No diré más sobre el tema reservándome, como es obvio, el derecho de opinar sobre sus reseñas o sus libros críticos cuando tenga algo que decir positivo o negativo, cuidándome de hacerlo con el respeto que una vida dedicada apasionadamente a la literatura, como la González Vigil, me merecen.
Conciliación
Desde que me divorcié hace tres años, con un hijo de un año al que debo proteger antes que a nada ni nadie, la palabra “conciliación” es la más importante del idioma para mí. Aprendí que conciliar no es someterse ni rendirse, y mucho menos mostrar debilidad, sino aceptar que ante un conflicto las dos partes deben ceder en algo (aunque a veces nos parezca injusto) para conseguir un acuerdo y dar un paso adelante. Si declaré que me reafirmo en las cosas que escribí en mi respuesta eliminada (deplorando el tono en que las escribí, insisto) fue para dejar en claro que no pretendía mentir cuando las expuse, pero si González Vigil considera que no censura a Cueto por razones extra-literarias o que nunca intentó que me quiten el auspicio que no tengo (en todo caso, una llamada suya luego de aparecer la nota de Caretas a la oficina de imagen bien pudo ser malinterpretada o tergiversada) no tengo ningún problema en aceptar sus descargos en vez de ponerme a llamar testigos (que al fin y al cabo tampoco son pruebas) para que hablen en su contra. Si él, además, insiste en decir que mi productor no lo llamó o que yo no le mandé el email de disculpa pues bien, considerando que ambas situaciones tenían como fin pedirle disculpas y darle la posibilidad de explicar por TV por qué asumió ciertas decisiones en su Manual de Literatura que yo consideré erróneas en mi programa, en vez de perder el tiempo buscando pruebas para demostrar que sí llamé o que sí mande el email ¿no es más coherente, responsable y serio volver a pedir disculpas e invitarlo al programa otra vez, ya que ése es el objetivo principal de lo que está en discusión? Después de todo, y dado que es imposible tener pruebas en cosas ridículamente concretas como si hubo una llamada o un email hace dos años, que sean las personas que están involucradas en estos temas y nuestras propias conciencias las únicas que juzguen quién miente y quién no. Yo, por mi parte, estoy bastante tranquilo.
Cuetomanía
Finalmente, sobre mi “cuetomanía”, debo decir que me identifico plenamente con ese término. Alonso Cueto no significa para mí sólo un extraordinario escritor sino un amigo al que quiero mucho y respeto, y no existe día en que no me sienta orgulloso de esa amistad a pesar de que muchas personas insisten en calificarla casi de “delito”. Por eso mismo, porque lo creo buen escritor y además una amigo entrañable, cuando reseño algún libro suyo que me parece genial se trasluce naturalmente mi entusiasmo e incluso mi felicidad al ver que un amigo querido ha conseguido un logro (y con “logro” no me refiero a los premios, ojo, sino a las obras). A González Vigil, en cambio, la obra de Alonso Cueto lo deja indiferente y ha decidido no criticar nada suyo desde que reseñó a principios de los años 80 su primer libro de cuentos (el más minimalista de todos, por cierto). No creo que exista algo innoble o erróneo en ninguna de las dos opciones, siempre y cuando seamos conscientes de que lo realmente importante en todo esto (deslindando de una vez y para todas cualquier alusión vinculada a mafias, lobbys o censuras) es que ni mi entusiasmo ni la indiferencia de González Vigil son definitivos a la hora de los balances. Lo concreto es que la obra de Alonso Cueto continúa escribiéndose y consiguiendo cada día más lectores, críticos, premios, traducciones y editoriales interesadas en él, totalmente ajena a estas escaramuzas. Entonces ¿por qué pelearnos por algo que finalmente es inútil? Ambos sabemos que los escritores y los críticos literarios con verdadero talento superan largamente los elogios y el ninguneo. Y como dudo que exista una verdad más grande que ésa, he optado por dejar que los demás saquen sus propias conclusiones sobre la objetividad de González Vigil a la hora de calificar a Cueto o a cualquier otro autor. No diré más sobre el tema reservándome, como es obvio, el derecho de opinar sobre sus reseñas o sus libros críticos cuando tenga algo que decir positivo o negativo, cuidándome de hacerlo con el respeto que una vida dedicada apasionadamente a la literatura, como la González Vigil, me merecen.
Etiquetas: alonso cueto, blogs, EDITORIAL, gonzalez vigil
Hay que tener la misma dignidad para pedir disculpas como para aceptarlas. Ojalá González Vigil se de cuenta de eso. TE FELICITO
7:53 p. m.
x
8:11 p. m.
aun no me entero cual es lio, mejor dejarlo en el baul de los recuerdos infortunados,
8:13 p. m.
Felicitarte o no felicitarte
he ahí el dilema.
Inicias chvre finalizas mejor pero metes otra vez un tanto de durex a González Vigil al dentro.
CONCILIAR con un post de contenido similar PARA PENSARLO.
Sin embargo suerte. Todo sea por el bien de Andreas.
5:44 a. m.
¿Me puedes explicar de qué manera puedo ser "duro" con Vigil en cualquiera de estos párrafos?
Sinceramente, creo que he sido sumamente considerado con él y he abierto absolutamente todas las puertas del diálogo.
Saludos
IVAN
7:49 a. m.
Buenos días, me parece pésimo que el usuario bajo el nick de Romy meta a Andreas, tu hijo, en esto. Qué significa "por el bien de Andreas"?
Por otro lado, tampoco entiendo a qué se refiere con que continúas siendo duro con Vigil, cuando tus intenciones conciliatorias están claras. Decir la verdad no es ser duro....
Por mi parte, aplaudo la honestidad y calidad humana que nos demuestras a todos con esta actitud. Otros deberían seguir tue ejemplo.
un abarzo,
Erika.
8:08 a. m.
Bien por tu actitud, Iván.
Me he dado cuenta de que los blogs en los que se menciona la carta de Vigil ni por asomo citan esta carta. Hay que ser mas objetivos, o se convierten en lo mismo que te critican
8:20 a. m.
Hola Erika,
gracias por tus palabras.
En cuanto a lo de mi hijo, así es ese miserable. Piensa que mencionando a mi hijo a mi ex esposa hará que le dedique un post y vuelva a estar en el candelero, ya que con sus obras no puede.
Pero yo lo dejo pasar solo porque ese sujeto está plenamente identificado y quiero que todos sean testigos de su cobardía.
Saludos
IVAN
10:15 a. m.
Es verdad, nada tienen qué ver los hijos en estas discusiones literarias o extra-literarias. Es una bajeza.
11:34 a. m.
una observación: tu amistad con Cueto es un problema cuando no mencionas que esa amistad te predispone cuando escribes reseñas o criticas de sus libros. creo que lo más honesto es decir en CADA ocasión "es mi amigo, ojo, tomen esta crítica con ese añadido". porque de otro modo, se intenta pasar como un canon objetivo algo que es amical.
12:26 p. m.
Buena idea. Y tamabién habría que decir en CADA ocasión quién es tu conocido, quién es tu enemigo, quién no es tu amigo pero te cae simpático, quién te cae antipático pero no lo odias, quién podría ser tu amigo si lo conoces un poco más, quién ha dejado de ser tu amigo... etc. etc. etc.
Pregunta: Ignacio Echevarría era un gran amigo de Roberto Bolaño y albacea. ¿Te parece poco objetivo a la hora de hablar de él?
9:14 p. m.
¿Y el "llanero" no debería decir SU NOMBRE en cada ocasión en que opina sobre algo o alguien?
9:35 a. m.
Ivan seria bueno particularizar algunas señas más de ese sujeto, para que a nadie le quede duda de quien se trata. Te dejo estas preguntas:
a)Tiene en la actualidad algun vinculo con la PUC?
b)Ha publicado menos de dos libros?
c)Usa lentes?
d)Tiene el pelo largo o corto?
e)Para en la cafeta?
f)Es de contextura delgada o guesa?
Un abrazo.
10:44 a. m.
Decir: "los únicos a los que el crítico debería hacer caso si no quiere ser cómplice de anónimos que difaman y descalifican a los demás con insultos racistas y homofóbicos". Cómplice de qué? Como si González Vigil estuviera detrás de los blogs basura y los comentarios anónimos que se vierten sólo por darse cuenta que su carta agresiva figura en Internet. Sostener eso o suponerlo es injusto por decir lo menos.
11:28 a. m.
Usted fue insolente, vehemente y agresivo en la carta que luego autocensuró, no espere condescendencia ni que González Vigil ponga su otra mejilla frente a sus insultos iniciales. Sus gestos altruistas o de conciliación llegan tarde.
3:02 p. m.
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
5:57 p. m.
He suprimido un comentario: si quieres que publique algo "Gabriel" respeta las reglas de este blog.
IVAN
9:40 a. m.
Gustavo: Buena observación. Su nombre y que diga si es amigo o no de Cueto (o de quién) cada vez que hable de él.
Anónimo veneciano: ¿?
Don anónimo: En ningún momento he dicho que Vigil SEA ahora mismo cómplice de las personas (plenamente identificadas) que hacen ese blog, lo que he dicho claramente es que si toma como referente a ese blog entonces se convertirá en cómplice de lo que ahí se diga. Si yo hago una denuncia basándome en una información difamadora extraída de un diario chica-fujimontesinista (el referente inmediato de los blogs basura) me convierto en un cómplice, voluntaria o involuntariamente, por hacer circular esas calumnias y justificar sus métodos.
Eduardo: Creo que nunca es tarde para disculparse si uno sinceramente reconoce que se equivocó en algunas cosas. ¿O acaso te parece mejor una frase del tipo: "pucha, creo que obré mal pero como ya pasó una hora desde que lo hice mejor insisto nomás en mi error". En realidad, ese es el principio de la falta de comprensión en todos los aspectos de la vida: nadie quiere reconocer sus errores y menos aún pedir disculpas, y cuando alguien lo hace en vez de aceptarlas hidalgamente se le van encima porque ya "bajó la guardia". Felizmente, así como fui inmaduro para meterme en este lío ridículo, soy suficientemente maduro como para rectificarme. Algo he aprendido en estos años, creo... Por cierto, nunca he exigido a G.Vigil que acepte mis disculpas, él tiene todo el derecho de aceptarlas o no, pero definitivamente no puede hacer como si no existieran. Sólo eso.
Saludos
9:23 a. m.
Sr. Thays respeto su opinión y respuesta a mi comentario inicial; pero no la comparto. Aunque es discutible y tildado de blog basura el lugar en donde figura la carta que después autocensuró, no olvide la diferencia entre las calumnia y las invenciones que muchas figuran en los diarios chicha. Su respuesta agresiva existió y González Vigil tenía todo el derecho de refutarla y consultarla en donde saliera sin que ello lo vuelva cómplice de las demás bajezas del blog.
4:00 a. m.
Por cierto, don Iván, la gráfica es de Bansky, el genial stencilero inglés
» Publicar un comentario