11/S- 2001-2006
El sufrimiento, pensó, debería pesar algo, debería tener un peso específico propio, debería ser visible como un mineral por lo demás inexistente, un valor inmutable en el que se habrían almacenado los cadáveres, la sangre, las heridas, las enfermedades, las humillaciones, y que quedaría en los campos de batalla, las cárceles, los lugares de ejecución y los hospitales, un monumento que no significaría lo mismo siempre y en todas partes.
Cess Nooteboom
Cess Nooteboom