Diccionario egoísta
[BOOMERANG] Félix de Azúa, siguiendo la recomendación de su compañero de blog Jean Francoise Foguel, acaba de leer el libro del crítico francés Charles Dantzig titulado Dictionnaire (Azúa lo transcribe erróneamente como "Histoire") égoïste de la litterature française, casi mil páginas de ideas muy subjetivas sobre literatura francesa, pero interesantes, después de todo, como exposición erudita de un fanático literario con amores y odios. Dice Azúa: "Me admira el tono desabrochado, ácido, realmente egoísta del autor, grabado al acero en una prosa que oscila entre Pascal y Liberation. (...) No se esfuerza por ser educado y caer simpático, sólo quiere expresar del modo más directo y salvaje sus emociones como lector compulsivo, sin separar el momento de la adoración y el momento del odio". Y acota: "Su manera de tratar a las vacas sagradas es inconcebible en España".
Como ejemplo traduce un párrafo -absolutamente malévolo y misógeno pero, en efecto, de una asombrosa osadía- dedicado a la escritora Colette (¿recuerdan aquel librito morado, tan extraño, titulado La gata, publicada por Oveja Negra en los 80?): "Dado que en sus últimos años se había convertido en una vieja dama que sólo hablaba de confituras, todo el mundo decidió que era una anciana deliciosa. Esta grandísima astuta sabía ocultar su egoísmo, que no era pequeño, y como un gordo abejorro nunca dejó de estar sumamente pendiente de sus placeres, primero los carnales, luego los digestivos. Colette era un vientre. En pocas palabras, era asquerosa. ¡Ah, cómo comprendo, cada vez que la leo, la ira de Baudelaire contra George Sand! El instinto, la lujuria, el género hembra, la glotona que sucede a la insumisa, esas páginas que parecen sábanas arrugadas, manchadas de semen y croissant con mantequilla! ¡Vieja coqueta natural a la manera de la Sevigné, falsa compasiva, degolladora de pollos! ¡Puaf, puaf, puaf!”.