Easton Ellis se autoflagela
A quienes crecieron en los ochenta, adorando la generación X y devoraron la edición Anagrama de Menos que cero de Bret Easton Ellis, les encantará saber que después de varios intentos fallidos, al parecer Ellis finalmente volvió a dar en el clavo en su nueva novela Luna Park. El comentario aparece en Radar Libros de esta semana y está escrito, desde luego, por Rodrigo Fresán, el escritor de las últimas generaciones más informado y actualizado sobre el mundo literario en EEUU y Gran Bretaña. Al parecer, las veladas alusiones autobiográficas de sus anteriores novelas, aquí resultan más obvias y auto-destructivas: "el protagonista de Lunar Park es un escandaloso y poco confiable y siempre al borde del crack-up escritor norteamericano que responde al nombre de Bret Easton Ellis. Y han sido las primeras treinta páginas de Lunar Park –el capítulo titulado “The Beginnings”– las que, de entrada, llamaron la atención de crítica y lectores y fans (...) Y allí, al principio de Lunar Park, está todo lo vivido hasta ahora y el resumen de lo publicado narrado con voz mecánica pero fluida: el éxito temprano y los varios millones recibidos (que se antojan demasiados), las drogas duras (todas) y el sexo duro (con todos, con lo que se cruce), la caída libre en fiestas tóxicas o en clínicas de desintoxicación (todo sonando demasiado exagerado, más cerca de Robert Downey Jr. –revelación actoral en la horrible versión cinematográfica de Menos que cero– que de un escritor de farra pero con fama de disciplinado como Ellis), las correrías por noches blanquísimas junto a su colega Jay “The Jayster” McInerney (próximo a publicar la, dicen, magistral The Good Life), el escándalo por ese clásico moderno que es American Psycho (ver recuadro aquí o ver, se consigue en DVD, ese revelador ejercicio en masoquismo que es el despiadado documental titulado This Is Not an Exit: The Bret Easton Ellis Story), los tour-books en estado zombie promocionando Glamorama, pasen y vean. Todo esto y un buen puñado de incómodas e inquietantes revelaciones –vaya a saber uno si se trata de verdaderas o falsas– entre las que se cuenta una que da miedo y que es en la que se asienta toda la nueva novela: el modelo para el asesino serial Patrick Bateman no fue otro que Robert Marin Ellis (1941-1992), difunto y disfuncional padre del escritor que llevó a su familia a la ruina pero le dejó como herencia a su hijo ya célebre varios trajes de Armani manchados de sangre en la entrepierna porque, uh, la operación de prolongación de pene no salió del todo bien, parece.