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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Yasmina Khadra editado

Yasmina Khadra. Foto: Gamma Rouideix Sandrine/ el país

Yasmina Khadra es el escritor argelino más célebre del mundo. Hace unos años publicó, con enorme éxito en Francia (donde obtuvo el premio de mejor novela de la revista Lire) la epopeya Lo que el día debe a la noche, su novela más ambiciosa. Ahora, Destino acaba de editarla en castellano y "Babelia" ofrece una entrevista extrensa a Khadra:

"He intentado ampliar los ángulos, sugerir al lector un viaje iniciático a través de las alegrías y los sufrimientos de una nación tumultuosa", explica. "No es sólo una historia de amor, sino la historia de toda una época, con sus altibajos, sus vidas descarriadas, sus luchas enfurecidas y sus rechazos y exclusiones". "Tengo la sensación de haber escrito todos mis otros libros para poder merecer escribir éste". Lo que el día debe a la noche guarda escasa relación con una historia de amor convencional. El amor imposible entre Younes, un joven argelino, y Émilie, una francesa, es sólo el colofón de un fresco histórico que cuenta cómo dos pueblos compartieron y amaron una misma tierra antes de enfrentarse por ella durante los seis años que duró la guerra de independencia de Argelia (1956-1962). Causó entre 300.000 y 400.000 muertos, el 90% argelinos. (...) A través de su protagonista, Khadra reivindica esa doble cultura, árabe-bereber y francesa, que poseen muchos de sus compatriotas empezando por él mismo. Niega tener una doble identidad, pero sí admite "disfrutar de una doble cultura, la de Occidente y la de Oriente". "Y eso me enriquece y me acerca a más seres humanos". Esa defensa de la biculturalidad indispone, reconoce, "a los nostálgicos de la Francia colonial y a aquellos empeñados en vengar Argelia". "Tengo enemigos, pero ésa es la última de mis preocupaciones", añade. "Siempre trabajé para acercar a los pueblos y apaciguar los espíritus". "Me gusta la gente y disfruto tratando de hacerla soñar". "No predico el perdón pero sí, digamos, el acceso a la madurez", sostiene Khadra. "En el fondo, mi novela es una reconciliación con la Historia escrita con mayúscula". "No se puede usted imaginar cuánto ha contribuido a aliviar las memorias, sobre todo la de los pieds-noirs", esos cientos de miles de franceses nacidos en una tierra, Argelia, que se vieron obligados a abandonar en 1962 para instalarse en una metrópoli que desconocían. "Estoy orgulloso de ello", sentencia. A la dicotomía franco-argelina se añade otro ingrediente cultural: la influencia española. Río Salado, la pequeña urbe a la que se traslada el farmacéutico con su familia, lleva un nombre español. En ese occidente argelino, a tan sólo 140 kilómetros de la costa de Almería, había en los años cincuenta decenas de miles de inmigrantes españoles que trabajaban como mecánicos, fontaneros o camareros. "Para muchos, la Argelia colonial es sólo francesa, pero la huella española sigue aún viva en la región de Orán", asegura Khadra. "A los vestigios de las sucesivas conquistas y de las desbandadas españolas a lo largo de cinco siglos se añaden los recuerdos de una convivencia exitosa entre árabes y españoles". "Hay aún en Orán abuelas que hablan un español fluido". "Hemos descuidado esa vertiente de la historia". "Me pareció necesario rememorarla en mi libro". Y Khadra se embala cuando evoca los lazos culturales: "¿No estuvo Cervantes cautivo durante cinco años en Argel? ¿No será su experiencia argelina la que le habrá inspirado, en parte, Don Quijote, la novela más fabulosa de todos los tiempos? ¿No será ese libro de caballerías el que despertó en mí esa sensibilidad por las cosas absurdas de este mundo?". "¡Es inconcebible que creamos que somos ajenos los unos a los otros!". Lo que el día debe a la noche marca una ruptura en la obra de Khadra. Hasta ahora la mayoría de sus novelas describían la radicalización islamista y violencia terrorista, primero en su país y más tarde en otros escenarios como Afganistán, Palestina, Irak y Líbano. "En algunos de esos libros cogía al lector occidental de la mano para llevarle lo más cerca posible de ese hombre que se suicida con un cinturón de explosivos en medio de la muchedumbre", recuerda. "Le conduje al origen del malentendido entre Oriente y Occidente".

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