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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Abelardo Castillo entrevistado

Abelardo Castillo. Fuente: adn cultura/martín felipe

El narrador argentino Abelardo Castillo ha sido entrevistado en suplemento ADN Cultura. Ahí habla de todo, dice que los escritores son parte de un gremio donde abundan los detestables, lamenta que las polémicas literarias hayan bajado de nivel comparadas con las que tenían Sartre y Camus, habla de sus lecturas, del oficio, de Kafka, Borges, Sábato, etc. Y también comenta sobre su alcoholismo, respuestas que me llamaron la atención porque se complementa con el testimonio ficticio de El que tiene sed, que me parece la mejor novela suya. Dice Castillo sobre su etapa alcohólica:
Era alcohólico y punto. (...) Cuando dejé de beber casi 40 años Sentí que si me quería matar lo podía hacer con más rapidez tirándome debajo de un ómnibus, pegándome un tiro o ingiriendo raticida. Hoy se llama patético a lo ridículo; no, yo hablo en el sentido griego de pathos , más cerca de lo angustioso. No hice ninguna cura; un día le dije a Sylvia: "Desde hoy no tomo más". Y me agarré una borrachera fenomenal, en San Pedro; tomé hasta el borde del colapso. [Lo decidí] el 12 de octubre de 1974. Pero mi decisión fue lenta, secreta. Si seguía así no iba a poder escribir la historiadeese Castillo alcohólico. Siempre sentí que esos quince años de alcoholismo mío fueron adicción a la bebida, pero también una especie de rito de pasaje hacia otra cosa (...) En mi novela El que tiene sed , Esteban Espósito, alcohólico, siente que algo tendrá que hacer con eso que está viviendo (...) nunca creí que el alcohol diera lucidez. Cuando en 1959 escribo Israfel, que es la vida de un alcohólico, yo no tomaba una gota. Escribí Israfel más sobrio que una monja carmelita. Nadie escribe ni alcoholizado ni drogado, para escribir necesitás estar lúcido y con la mano firme y tantas cosas claras... Una cosa es creer que algo te está saliendo bien, y otra que eso sea verdad. (...) Mirá, una vez fui a una fiesta y cuando volví me obligué a escribir una página; es el único texto que escribí alcoholizado Ese día sentí: ¿me está dominando mister Hyde? El alcohol me manejaba. Ahí empezó el trabajo interno que culmina en aquel octubre.

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