Polémicas
La autocensura que me he impuesto me impide participar de la juerga de ataques e insultos que van de uno a otro lado. Tampoco hay mucho que decir, por cierto, porque la dichosa polémica es solo una sarta de acusaciones irresponsables que jamás podrían ser expuestas con solvencia frente a alguien que conozca los textos referidos y la historia reciente de la literatura peruana. Amén de aquellos que usan esta polémica como excusa para ventilar problemas y traumas personales. Sin embargo, creo que el eje de la polémica es válido y puede ser productivo si está bien enfocado. No solo la literatura andina sino también, por ejemplo, la de interesantes autores jóvenes o algunos buenísimos escritores de Lima (pienso en Carlos Calderón Fajardo, por ejemplo) no encuentran canales de difusión en los medios, ni tampoco resonancia en la crítica. ¿Por qué sucede esto? Es un problema estructural que incluye no solo a los medios, sino a las librerías, las facultades de literatura, los criticos, las editoriales, los lectores y los mismos autores. Un problema que solo logrará enfocarse el día que los involucrados dejen de pensar que todo se resume a tres personas que tienen un poder tan sobrenatural que han conseguido impedir que todo ese caudal de literatura extraordinaria sea conocido.
Finalmente, una paradoja. Los escritores que denuncian la existencia de mafias que les impiden aparecer en los medios de comunicación han aparecido haciendo estas denuncias en los mismos medios en los que, dicen ellos, la mafia tiene sus pagos. Y ni se diga el espacio asignado en revistas como Identidades o en las páginas web, donde los "mafiosos" no tenemos cabida. Incluso, con regla y centímetro a la mano, puedo afirmar que han tenido mucho mayor cobertura que los supuestos mafiosos. ¿Alguien puede explicar esa paradoja?
Finalmente, una paradoja. Los escritores que denuncian la existencia de mafias que les impiden aparecer en los medios de comunicación han aparecido haciendo estas denuncias en los mismos medios en los que, dicen ellos, la mafia tiene sus pagos. Y ni se diga el espacio asignado en revistas como Identidades o en las páginas web, donde los "mafiosos" no tenemos cabida. Incluso, con regla y centímetro a la mano, puedo afirmar que han tenido mucho mayor cobertura que los supuestos mafiosos. ¿Alguien puede explicar esa paradoja?