Taxi en Mérida
Cuando hace unos meses llegué a Mérida, Venezuela, luego de una estúpida pelea con el unineuronal counter de Aeropostal que me hizo retrasar un día el viaje, me recibieron diciendo: "tú odisea ha sido terrible, pero no supera la de Fabrizio Mejía" Yo sabía por Mario Bellatin que Fabrizio era un cronista mexicano, pero no lo ubicaba de rostro. Cuando finalmente me lo presentaron, obviamente lo primero que hice fue preguntarle en qué consistió su tan mentada odisea. Me lo dijo y caí de espaldas: como perdió su vuelo, y temiendo quedarse en la peligrosa Caracas, había pagado una cantidad obscena de dinero porque un taxi lo lleve del aeropuerto de Maiquetía hasta Mérida (algo así como tomar un taxi en el Jorge Chávez y pedirle que te lleve a Trujillo). Jamás entendí cómo alguien, por temor a que lo asalten en un hotel de Caracas, se gasta tal cantidad de dinero y se mete con maletas, dolares y tarjetas de crédito en un taxi para viajar siete horas, guiado por un desconocido por una carretera solitaria y oscura. ¿Está loco o qué? En fin, a ninguno de los que estuvimos en el encuentro nos quedó la duda, luego de oír su anécdota, de que ésta se convertiría en una crónica. Y en efecto, la escribió y acaba de ser publicada en Lateral bajo el título "Viaje al fin de los Andes". En un momento de su divertidísima crónica, Mejía le ruega al taxista que lo lleve a Mérida. Este contesta "Son como 700 kilómetros. Eso es cruzar siete estados de la república". Mejía replica: "¿Tienes algo mejor que hacer?" Muy recomendable.
Mejía en Taxi Son 700 kilómetros de esperanzas revolucionarias, hijos despedidos, bancos quebrados, música anti imperialista y una única sopa con sabor a petróleo.
Mejía en Taxi Son 700 kilómetros de esperanzas revolucionarias, hijos despedidos, bancos quebrados, música anti imperialista y una única sopa con sabor a petróleo.