Gelman vuelve
de atrásalante en su porfía (Seix Barral) es el complicado título del nuevo poemario del poeta argentino Juan Gelman. Luego de Mundar, su último poemario, ¿qué más se puede decir? Mucho, al parecer. La fuente no se agota. Dice la reseña en el Suplemento Ñ:
Más críptico quizás que en su libro anterior, Mundar (Seix Barral, 2007), el reciente de atrásalante en su porfía (Seix Barral) se sumerge en un abismo donde no llegan las sondas humanas, perfora las paredes del bunker de la indiferencia, pasa del otro lado del espejo, profanando lo indecible ("La lejanía da limosnas/que nadie puede percibir. Hay un/abierto que incesante nace/en las pequeñas formas/de lo que fuera amor/entre naranjas, arrabales, cosas/donde ya fui"). En la economía de los textos, el uso de los verbos establece un juego metafísico donde el presente interviene el pasado, en un desesperado intento de exorcizar ausencias: "Las pérdidas de hoy, ¿soterran las de ayer? ¿Van/de un dedo a otro en buitres secos/que las saquean ahora?/En los desagües pasan desechos/de la inferioridad de Dios. Las/lejanías no mueren, sueltan/el peligro de ser y su piedra/cae en la vena más dolida" ("Actualidades"). El título del libro anuncia la mecánica de estos poemas: al decir "de atrásalante en su porfía", el poeta manifiesta la urgente necesidad de pulsar las teclas de avance y retroceso para despertar al tiempo de la modorra del olvido. Los neologismos, las paráfrasis tangueras, las distorsiones fónicas, el fraseo intermitente, cierta ironía porteña funcionan como el azúcar al café en la poesía de Gelman, son recursos que sostienen como arneses una enorme mochila de dolor que por el milagro de la poesía se transfigura en imágenes redentoras donde habita una fe, a pesar de todo, en el hombre, en la posibilidad de un cambio, de un giro beatífico para la humanidad. La ausencia de nodos vertebrantes, revelan al poema como un cuerpo herido, el discurso poético se asume como un territorio escarpado donde es difícil hacer pie: "En una rama vibran/el espacio del pájaro y el pájaro/¿Y este oído que escucha/a los clavados con/clavos de resignación? Esas aulas extrañas donde el canto/está vacío" ("La fábrica"). Esa dificultad en el tránsito metaforiza y remite a pedazos de la historia personal de Gelman, verdadero epítome del calvario de un gran número de argentinos, víctimas de las atrocidades perpetradas por la última dictadura militar. "Lo que se cuenta es lo/que no se cuenta, un rayo, una/interrupción ahí./Lo que se dice es/lo que no se dice como la espiga que brota/y calla su misterio y nadie/sabe qué pasa, qué soluna/o águila del sur/se lleva la llave de la tierra", dice en el bello poema "Silencio tierra", dedicado a Macarena, su nieta recuperada: una batalla ganada en esta larga lucha, pero el guerrero nunca detendrá su marcha, para el poeta otra vez suena la campana.
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