Saramago defiende a Chávez
José Saramago se ha quejado amargamente, en una carta pública, de que políticos de oposición venezolanos hayan usado su última novela Ensayo sobre la lucidez -en la que defiende el voto en blanco como una forma de censura- en contra de Hugo Chávez, el actual presidente venezolano, para las próximas elecciones. "Me han pirateado un libro en China, algún otro en Latinoamérica, pero hasta estos días nadie me había pirateado una idea" dice Saramago en una carta difundida, desde luego, por el Gobierno venezolano. Sin embargo, no es específicamente el uso o "robo" de una idea suya (que ni que fuese tan original, pregúntenle a Alvaro Vargas Llosa y Jaime Bayly) lo que en realidad ofende a Saramago, sino que haya sido utilizada para atacar a un político al que admira profundamente (¿o se me permite ser irónico y decir: "ciegamente"?) como Hugo Chávez, un presidente impresentable, demagógico, admirador de la política de la dictadura en democracia a lo Fujimori (y que, a juzgar por el último premio Rómulo Gallegos, ahora pretende usar la "ingenuidad" de algunos intelectuales para legitimizar su gobierno que empezó, se protegió y se mantiene hoy a balazos). "'La oposición venezolana llama a la abstención precisamente cuando en Venezuela se está poniendo en pie una democracia con la participación directa del pueblo", subrayó Saramago en su Carta Pública dirigida "a Hugo Chávez y al pueblo venezolano". Y unos meses antes había dicho: ""Si ahora hay una esperanza para Venezuela, no busquemos al mecías que llegó para salvarlos. Lo que pasa es que Hugo Chávez supo encontrar el camino que conduce al corazón y a la cabeza del pueblo". ¡Vaya Lucidez!
PD: acerca de la cercanía de algunos intelectuales de izquierda europea a los comandantes Chávez y Castro, les dejo un artículo muy claro de Ibsen Martínez.
En la foto, Saramago encerrado en el baúl de sus contradicciones
PD: acerca de la cercanía de algunos intelectuales de izquierda europea a los comandantes Chávez y Castro, les dejo un artículo muy claro de Ibsen Martínez.
En la foto, Saramago encerrado en el baúl de sus contradicciones