El Benjamín
Finalmente, la semana pasada me animé a leer la novela de Benjamín Cheever, El plagiario, en la que su célbre padre aparece como personaje bajo el ridículo nombre de Icarus. La novela es entretenida, no necesariamente mala, y al final uno siente ternura por el escritor alcohólico (es decir, John Cheever) padre del protagonista del libro, un periodista de la moralistona y conservadora revista American Reader (Reader´s Digest en realidad) que paga altos sueldos a sus redactores y es una olla de grillos, de la que el hijo del escritor famoso logra salir airoso gracias a que se convierte en un soplón y traidor. No me sorprendió la afición de su hijo de llamar alcohólico a su padre (un borracho conocido, además, así que no hay chisme) pero sí la canallada final, cuando insinúa con muy poca sutileza la probable bisexualidad de Cheever (un tema de estudio cada vez más frecuente en sus obras). Si lo hubiera dicho explícitamente, y fuera parte de la trama, no me hubiera molestado. Pero la escena final (que no puedo contar porque delato el argumento) es infame.
El hijo de Cheever En el prólogo a los Diarios de su padre, Benjamín sí fue explícito e incluso agudo: "Un espíritu simple dirá que la esencia de su problema era la bisexualidad, pero no es así. Tampoco lo era el alcoholismo. Asumió su bisexualidad. Dejó la bebida. Pero la vida seguía siendo un problema".
El hijo de Cheever En el prólogo a los Diarios de su padre, Benjamín sí fue explícito e incluso agudo: "Un espíritu simple dirá que la esencia de su problema era la bisexualidad, pero no es así. Tampoco lo era el alcoholismo. Asumió su bisexualidad. Dejó la bebida. Pero la vida seguía siendo un problema".