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Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El minimalismo en cuatro pasos

Tom Spanbauer. Foto: Michael Sage. Fuente: Lambda Literary Found.

La cosa es así: Jean Francoise Foguel comenta en su blog un artículo publicado hace unos meses, en "Babelia", por Rodrigo Fresán titulado "Tartas perfectas y escritura peligrosa" que a su vez remite a un artículo de Chuck Palahniuk publicado en "LA Weekly" sobre el taller literario de Tom Spanbauer del que han salido escritores notables, entre ellos el mismo Chuck Palahniuk. Y como Tom Spanbuaer -a quien Fresán lo califica como "una de esas contadas, felices e inspiradas anomalías dentro del paisaje de las letras norteamericanas"- fue discípulo de Gordon Lish (el famoso editor que corrigió a Raymond Carver y por ello algunos consideran el verdadero padre de esa criatura llamada "minimalismo"), su taller incluía una receta en cuatro ingredientes para hacer novelas minimalistas perfectas, como quien hace una torta.

Estos son los ingedientes (en versión de Foguel):

1. Los caballos. Hay que pensar en las películas del oeste: un carro que atraviesa la obra del principio al fin utiliza los mismos caballos a pesar de que no ocupan el centro de la historia. En una obra de ficción hay que tener a sus caballos para crear algo sin perder una línea de fondo.

2. Las lenguas quemadas. Una torpeza, un cliché, una palabra equivocada detienen al lector. Cometer el error de escribir lo que no se debe escribir es como hablar con la lengua quemada: la audiencia pierde la continuidad del relato. En el minimalismo la más mínima falta es una catástrofe.

3. Grabar como un ángel. El autor no puede pronunciarse, ni de manera subliminal, sobre lo que cuenta. No existen buenos o malos. Solo hay hechos, acciones y apariencias.

4. Escribir sobre el cuerpo. No se debe hablar a la inteligencia del lector con conceptos e ideas sino a sus tripas con sensaciones físicas de olor, textura, color, etc.

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9:56 a. m.

Lo que dice Fresán, por lo menos en el artículo que citas, es, respecto de las lenguas quemadas, exactamente lo contrario de lo que dice Foguel:"El segundo paso es Quemarte la lengua y consiste en decir algo de manera incorrecta, retorcerlo, despreciando los clichés para que el lector avance más lento y se vea obligado a leer cuidadosamente".    



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