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La polémica de Oviedo

José Miguel Oviedo. Fuente: zona de noticias

En el 2001 apareció el cuarto tomo de la Historia de la literatura hispanoamericana (Alianza) de José Miguel Oviedo. No sé muy bien la razón por la que Abelardo Oquendo le dedicó dos artículos (aquí el primero y el segundo) en las últimas semanas a esa historia literaria. El hecho fue comentado por Gustavo Faverón en su blog, en el que también citó un artículo de César Hildebrandt al respecto (que no vale la pena enlazar porque no contribuye al debate) y uno de Juan Morillo Ganoza en Perú 21 donde se quejaba de que no existiese ningún miembro del grupo Narración en la lista de Oviedo. Hoy, José Miguel Oviedo comenta el texto de Juan Morillo Ganoza y contextualiza los ataques en blogs y prensa mencionando mi reseña sobre Miguel Gutiérrez (escrita sin conocer los artículos de Oquendo). Dice Oviedo:
(...) se ha desatado una polémica desde diversos periódicos, suplementos y blogs, en la que no tengo más remedio que intervenir ya que se ha centrado, para sorpresa mía, en los autores peruanos que incluí en -o, mejor, excluí de- mi Historia de la literatura hispanoamericana, cuyo cuarto y último volumen apareció el 2001 (Madrid: Alianza Editorial). Todo comenzó cuando en su columna de "La República" Abelardo Oquendo hizo un paciente y razonado recuento de los poetas y narradores que figuraban en mi libro desde el siglo XIX hasta hoy: 30 poetas y 21 narradores, cómputo que yo mismo ignoraba. Eso coincidió con un comentario bastante crítico de Iván Thays (El Dominical, 3 de agosto) a la reedición de un ensayo de Miguel Gutiérrez -con quien yo había polemizado hace un tiempo- sobre la generación del 50. Pronto los dos asuntos confluyeron en una serie de ataques, condenaciones y denuncias de mi presunto "canon", visto como una turbia maniobra para desterrar del paraíso literario a los escritores que no me gustaban. El más estridente fue César Hildebrandt, quien, con su santo furor inquisitorial de siempre, nos atacó, por distintas razones, a Oquendo y a mí. Y luego volvieron a aparecer en el horizonte los amigos, simpatizantes y admiradores de Gutiérrez, que no querían perder la oportunidad para señalar que su exclusión y la de otros de su grupo Narración era una forma de venganza ideológica, para lo cual reactualizaron un viejo y largo memorial de agravios.

Oviedo afirma que, en realidad, todo canon es subjetivo y, por consiguiente, jamás pretendió hacer de su historia literaria un libro canónico:
Como explico en la Introducción a mi trabajo, decidí (...) hacer una historia literaria que fuese un recuento crítico, una relectura y revaloración de los textos para establecer cuáles tenían alguna vigencia histórica, histórico-literaria o estética dentro del proceso general; eso supone una revisión y valoración de las obras del pasado y del presente que tuviesen validez para el lector de hoy. Traté de hacer una historia viva, vista desde la actualidad, no una simple arqueología del pasado. Establecí unos criterios para hacer esa selección, procuré aplicarlos del modo más coherente posible y, al mismo tiempo, reconocí que el esfuerzo tenía ciertas limitaciones y riesgos: los de mi información, los de mi memoria, los de mi visión crítica y mis gustos personales; es decir, señalé con claridad que la subjetividad era, como en cualquier trabajo crítico, un elemento que, inevitablemente, formaba parte de mi Historia..., escrita con la convicción de que todo es relativo y nada es permanente. Nadie lo sabe todo, pero, como decía Alfonso Reyes. "todo lo sabemos entre todos". ¿Cómo puede alguien ser entoces tan despistado, tan perverso lector como para creer que mi intención era crear un "canon" absoluto, indiscutible y, sobre todo, interpretar las necesarias exclusiones como un mero propósito de silenciar a ciertos escritores o grupos? Toda historia literaria es imperfecta y la mía, por supuesto, no escapa a esa regla.

Y en cuanto a la supuesta "censura" a los miembros del grupo Narración, Oviedo es clarísimo en afirmar lo que piensa sobre esos autores y las razones por los que no los consideró en su lectura de la literatura latinoamericana:
(...) en un artículo publicado en "Perú21", Juan Morillo atribuye la ausencia de Miguel Gutiérrez y otros del grupo "Narración" a mi negro resentimiento y rencor ideológico porque, hace varias décadas, me abstuve de contestar una encuesta de la revista homónima, en la que mi nombre apareció al lado de "una ominosa franja en blanco", humillación de la que habría querido vengarme ahora. La teoría es psicológicamente interesante pero tiene el defecto de ser falsa: de esa pequeña anécdota no guardaba ningún recuerdo, aunque ellos la tienen archivada para usarla en una ocasión oportuna. No, la razón por la cual esos escritores no aparecen en mi libro es otra: considero que la contribución del grupo (separo de él a Vargas Vicuña) a la literatura peruana es mucho menor de la que ellos creen y que, dentro del contexto hispanoamericano, su ausencia no es nada digna de lamentar. El problema es que cultivan un concepto de la literatura tan anticuado como su nostálgica visión de una China maoísta y de una "guerra popular" que (afortunadamente) sólo existen en su imaginación, como parte de su petrificado canon personal.

Lo que no alcanzo a comprender es por qué los miembros del grupo Narración, que surgieron como una oposición al Canon literario oficial, contra los críticos que llaman "carlistas" como José Miguel Oviedo, y contra la misma historia "criolla y occidental" de la literatura peruana, ahora quieren integrar ese canon y le reclaman a un crítico que desprecian su inclusión. ¿Patean el tablero cuando les conviene y lo restauran cuando lo necesitan? Supongo que a estas alturas pedirle coherencia a los del grupo Narración sería excesivo. Por lo menos, un poco de vergüenza ajena creo que sí se les puede pedir.

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2:18 p. m.

Hola, Iván. Estoy bastante de acuerdo contigo. Ahora bien, yo sí veo un cierto valor innegable en la obra de Gutiérrez y Reynoso, y sí pienso que Oviedo ha sido en exceso arbitrario al no considerarlos en su historia: es claro que buena parte del debate literario en el Perú de los ùltimos años tiene que ver con Narración y que obras como las de Reynoso han dejado una huella y una influencia clara en generaciones posteriores.

Lo de Ybarra, por otra parte, es descartable y perfectamente inatendible: es un insultador profesional que quiere confundir la ofensa con la polémica. Y además, cuando quiere ser ferozmente crítico, lo hace sin mencionar a aquellos a quienes parece referirse.    



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